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Mostrando entradas de febrero, 2013

Las fronteras de mi lengua

A veces, me pasa a veces, sí, siento las fronteras de la lengua. No las siento porque no pueda ir o venir de aquí o de allí, no porque no pueda comprar el pan en Alemania, o no pueda ir a Francia a comprar un libro, o a Holanda, o no porque no pueda, que no puedo, entender una radio en finés, o la tele en polaco, en húngaro o en checo. No. Nada de eso. A veces, no muchas, porque no estoy todo el día dándole vueltas, para qué engañarnos. Pero me pasa cuando pienso en un pasado no demasiado remoto, cuando quiero escribir algo para que llegue a otras partes del mundo, cuando lo que escribo creo que merece la pena -eso también pasa sólo a veces- y siento que estaría genial que alguien, amigos, en Polonia, en Hungría, en la República Checa, en Irlanda, en Ucrania, en Finlandia pudieran leerlo. A veces, cuando pienso que quiero escribir por ellos, por lo que ellos han traído a mi vida, por los recuerdos que tan felizmente se guardan en la memoria. Esas veces, en esos momentos, me arrepiento ...