domingo, 28 de marzo de 2010

Llano

Gravita sobre el espíritu la abrumadora impresión del desierto.

Rómulo Gallegos, de Doña Bárbara

martes, 23 de marzo de 2010

Génesis


Quiero crear un nuevo día,
un día de luz diáfana y opuesta
a la luz de las farolas,
un día falso pero hermoso,
existente sólo para mí
-o
para todos-,
pero un día que pueda tocar,
que tenga viento,
vértigo,
y nubes, y vida,
y recuerdos y labios de carmín,
un día irreal pero mío,
un día en el que tú aparezcas subiendo las escaleras de la Facultad,
o en que en la calle me cruce tu sonrisa,
un día que no haya existido aún
-entonces no existirá si no lo creo-,
un día sin palomas que se arrastren bajo el cielo,
sin semáforos en rojo,
sin miedos al fracaso de la noche,
sin palabras atragantadas entre miradas
huidizas
y sonrisas
de cristal bohemio,
un día en que la prisa del alcohol
no evoque las distancias entre los
puentes
de hierro y
las dehesas secas bajo
un
sol
carnívoro y sin sombras,
un día con su noche
de estrellas -apagadas
o encendidas,
¿qué más da?- y
su luna inmóvil y fría,
rubia, escondida entre
montañas de verdes rutas de soledad.

viernes, 19 de marzo de 2010

Hoy quiero...

No es fácil escoger entre un abanico enorme de posibilidades de cualquier tipo, no es fácil decidir si lo que quieres es jugar al fútbol, al balonmano, al baloncesto, al tenis, al voleibol o tocar el piano, o el violín, o la guitarra, o el clarinete. No es fácil nada de esto porque no estamos hechos para tomar decisiones que puedan afectar de una u otra manera a nuestro futuro, sólo a nuestro presente. Hoy quiero jugar al rugby, pero mañana no sé qué querré. He descubierto un nuevo instrumento, se llama fagot, hoy quiero tocarlo, pero tres días después ya el fagot no nos gusta, y lo que queremos es unos patines para jugar el hockey. Cuando somos niños, sólo pensamos en el presente, en una satisfacción inmediata, nos importa una mierda la semana que viene, incluso nos importa una mierda si no sabemos las normas, queremos hacer algo y lo hacemos.

Cuando crecemos, a veces, tomamos decisiones con la misma agilidad. Eliges empezar a estudiar un idioma sin saber nada sobre él, sin tener ni idea de su pronunciación o, incluso, de dónde se habla. Empiezas por cosas de la vida, por momentos de búsqueda de inflexión, a ir a una clase en la que la mitad de la gente tiene motivos para hacer lo que hace, tiene motivos para llevar a cabo la misma acción que tú haces por una especie de autoapuesta, pero, al fin y al cabo, tú sigues haciendo algo, sigues ahí, y cada día que pasa estás más convencido, sea por lo que sea, o menos, también sea por lo que fuere.

Nunca viene mal un cambio, innovar un poco, decidirse por algo a la ligera, probar. Nuestra vida no depende de cada una de nuestras decisiones. Hay elecciones importantes, muy importantes, simples decisiones o decisiones prueba. Recomiendo probar, a todos.

Hay cosas que no se pueden elegir y que, ésas sí, hay que tomarlas como son, y eso sí es buena o mala suerte. La vida depende en parte de la suerte y de la fatalidad, pero también en parte de nosotros mismos y nuestra causalidad activa.

Seamos vitales, mantengamos al menos una parte de nuestro niño despreocupado e innovador.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Contradicciones de la muerte

"Cuando el médico movió la cabeza con desconsuelo profesional, el enfermo se sintió mejor."

Alejo Carpentier, de Viaje a la semilla

lunes, 15 de marzo de 2010

Hay...

Hay que seguir caminando, hay que seguir escribiendo, hay que seguir leyendo... para que el mundo no se haga más pequeño.

David Grossman

viernes, 12 de marzo de 2010

Noticias tristes a este lado de la realidad

Los libros hoy tocan a muerto, huelen a muerto. No se dejan abrir: están de luto. Las letras apestan a muerto, dejan un sabor amargo con sólo intentar disfrutarlas. Y los puntos y las comas seguirán llorando.

Abro un libro tras otro; todos están vacíos. Ninguno dice nada comprensible. Gritan, lloran, se desgarran los lomos por la desesperación de saber que la lengua castellana y la Literatura han perdido una voz irreconciliablemente certera.


La noticia me ha llegado en un mensaje al móvil a la hora de comer, y ahora no sé si acababa de empezar o ya había terminado, lo que sé, es que tragar se hacía muy pesado y doloroso.


Vacío el cuerpo de Don Miguel Delibes; si vida quedará en sus libros para siempre.

viernes, 5 de marzo de 2010

"¿Mi hijo?: médico"

Ayer estuve en el dermatólogo, un señor de unos cicuentaytantos años, más o menos simpático, encorvado, gordote, con un montón de títulos colgados en la pared, profesor de dermatologogía en la Universidad, dermatólogo en el sistema sanitario público -ambas cosas por la mañana- y con una consulta propia -por la tardes-. ¿Para qué se supone que quiere los cien eurazos que me cobró por quince minutos si no tiene tiempo para gastarlos?

Las madres quieren que los hijos sean médicos por el dinero, ¿no? porque no piensan en sus -¿avaros?- hijos...