martes, 31 de agosto de 2010

A alguna máquina

Todos lo sabemos, pero parece que la voz del pueblo sigue sin oírse en los despachos insonorizados de los políticos, ya sean extremeños o estatales. Déficit de servicios, retrasos, mal estado de las vías, malos horarios, trenes más que antiguos... Uno de los periódicos más importantes de la región, el HOY, se hace eco de la noticia que todos sabemos desde hace años. El AVE no es la solución, no, no habrá quien pueda pagarlo. Seguro que usted sí, señor Vara.

Y querrán que sigamos callados. Ego dixi.

lunes, 30 de agosto de 2010

A ritmo de muñeira

De vuelta en casa, tras pasar un apretadísimo fin de semana en Galicia. El grupo de gallegos que nos acogió merece un diez, y Galicia sigue sin querer mojarse cuando estoy de visita. Es la cuarta vez que me paso por el noroeste peninsular y la cuarta vez que veo un sol radiante, aunque es verdad que -y siento rebatir la opinión de Jessica- por allí el calor está más bien de paso: con la temperatura que hizo el día que estuvimos en Santiago de Compostela es con la que soñamos aquí para poder dormir por la noche, es más, allí he tenido que arroparme, aquí necesito pegarme el ventilador a la cama -unos 37º ayer noche-.

Galicia sigue verde, y, aunque llena de turistas, bella. El sábado paseé por las calles de Santiago como no lo hice la otra vez que estuve, sí, entré un rato en la misa del peregrino por motivos extrarreligiosos y a los quince minutos -y tras ver que el arzobispo estaría suspenso en Alemán Oral si yo fuera su profesor-, me fui a disfrutar de las calles de piedra que los turistas no saben que existen, porque Santiago es más que la Plaza del Obradoiro y una catedral, por muy bonita, gótica, flamígera e impresionante que sea. Entré en una librería de segunda mano y estuve a dos euros de comprar un libro de poesía gallega, en gallego, por supuesto. Me gustaron las banderas que rezaban "Eu nom te espero!" en un barrio que, imagino y en parte deseo, estaría lleno de estudiantes -cerca de las Facultades de Geografía e Historia y Filosofía- y de las que, por suerte, no tengo fotos. Al salir de la misa una amiga me dijo que le dejara la cámara, que quería hacerle fotos a la Catedral -estudia Historia del Arte y era la primera vez que estaba allí, así que se la dejé-, y no pude negarme; al principio me arrepentí un poco, pero cuando me di cuenta, estaba disfrutando de verdad del paseo, parándome a mirar, a leer, con el único recuerdo de la memoria, quizá una excusa para volver, quizá el conocimiento de que más vale vivir que ver. Sea como fuera, espero no tardar en volver.

jueves, 26 de agosto de 2010

Viajes I

Me gusta viajar, tener la sensación de que el espacio que separa dos puntos puede recorrerse fácilmente, las curvas en las carreteras, la suavidad o el traqueteo del tren -según en qué zona del país lo pilles-, dormir en los autobuses, ver cómo cambia el paisaje a medida que te alejas del punto de partida, los despegues y los aterrizajes -el resto del vuelo me parece muy aburrido-, leer en tren y mirar cada poco por la ventana, leer en el autobús y que quien se siente a mi lado me deje -o si no lo hace, que al menos no me deje empezar-, pisar ciudades que no conocía, o pisarlas con un nuevo espíritu, un nuevo ánimo.

Me gusta viajar. A destiempo.

Esta noche Galicia será el destino, Pontevedra. Me gusta Galicia, sus leyendas, su lengua, su paisaje, su acento, su lluvia, su gente, su mar, su vida.

Me gusta viajar a Galicia. ¿A destiempo?

miércoles, 25 de agosto de 2010

Esto ya lo he vivido

Todas las noches hacemos los mismo: plaza y vino con granizada de limón, después una cerveza en un bar tranquilo y acogedor en el que los camareros nos conocen y ya saben lo que vamos a pedir con sólo mirarnos a los ojos.

El verano, en el fondo, es dejar la monotonía habitual por la monotonía vacacional. Si lo piensas bien -lo pienso-, he dedicado el verano a leer como jobi -cada uno escribe como quiere, ¿vale?- y durante el curso la función básica era leer, ya fueran libros o textos de cualquier tipo, es más, durante el curso leí más, bastante más, que durante las vacaciones; tampoco podemos decir que no haya salido estando en Salamanca, y básicamente lo que tomaba es lo mismo que tomo ahora sólo que el limón del vino no llegaba a ser hielo y la cerveza me la cobraban a precios bien distintos; así que, si te paras a pensar -me paro-, lo único que me ha traído el verano ha sido echar de menos a la gente de Salamanca y la tranquilidad de una terraza en mitad de una plaza y una suerte de vientecillo agradable a cualquier hora del día. Tampoco está tan mal volver a casa, aunque sea lo mismo año tras año. Uno tiene la seguridad de estar en casa cuando sabe lo que va a pasar por la noche y aun así lo espera con ansiedad.

domingo, 22 de agosto de 2010

Dificultades ¿supra/sub?normales

Esta noche no podía dormir. Hacía calor, pero como siempre por estas fechas y en estas coordenadas geográficas -38° 25′ 0″ N, 6° 25′ 0″ W-. No, no era el calor lo que me impedía el sueño. Tampoco eran mis pensamientos sobre aquello que mueve a los humanos, ni hay chica que ahora atormente mis días y se aparezca en mis sueños, semidesnuda, o desnuda del todo, o simplemente tomando una taza de café, con las piernas cruzadas e infinitas y suaves a la vista -lo del tacto queda para momentos más íntimos y poco probables-. No, no era nada de eso. Tampoco es que hoy tuviera examen y estuviera nervioso, o que hoy sea un día importante, al menos no más importante que el resto de días que no se van a repetir a lo largo de la historia. 


Hay dos cosas que me joden de todo esto:


1. Nunca me ha pasado, siempre cojo rápidamente el sueño.
2. Si me pasa que por lo menos tenga sentido, ¿o qué?




Sigo con Cien años de soledad, pero no por mucho tiempo. Ya va siendo hora. Vale.

lunes, 16 de agosto de 2010

Unas manos para la mudanza

Los comienzos siempre son difíciles, cargados de cambios, de contratiempos, de esperas, de indecisiones... Cuando uno cambia de casa, o mejor, cuando uno se instala por primera vez solo en una casa, aparecen los problemas que antes no se veían: hay que hacer la compra más veces de lo que parecía, la sal en la comida se nota, limpiar suele ser necesario al menos una vez a la semana, la luz no se (a)paga sola, el baño, con el uso, curiosamente y a pesar del agua, se ensucia... Pero para llegar a estos puntos de absoluto conocimiento de la vida de soltero, con o sin compañeros de piso, es necesario, primero, hacer la mudanza, y yo hoy me he propuesto ayudar en una. No sé si mi ayuda será mucha o poca, quizá sólo estorbe entre cajas y armarios, entre peluches y libros, pero bueno, creo que merecerá la pena ayudar, aunque sea con esta entrada, para que todos, vosotros y yo, podamos disfrutar de algunas buenas veladas en El piso de Marta.

Espero que deis mucha juerga en el edificio.

domingo, 15 de agosto de 2010

De vuelta de tuercas

Berlín no es la ciudad del amor. Tampoco es la capital de la ingeniería alemana. Solamente es -y el adverbio es más bien irónico- la capital cultural de Europa en los tiempos que corren: Los cines al aire libre se reparten por todos los distritos; los músicos callejeros, quizás procedentes de buenas orquestas, se acomodan en las esquinas, regalando música por el módico precio de pararse a escuchar y "la voluntad"; el arte se recorre, se encuentra pegado en las paredes, en el suelo, pintado en los muros, clavado en los árboles, en la gente; los museos están rodeados de colas de más de cinco horas al sol; la vida nocturna, la que no es de discoteca, que esa no la conozco, es agradable, variada, ingeniosa; las galerías de arte se esconden en cada rinconcito de la capital germana; las librerías de segunda mano no se buscan, aparecen. Y la historia, su historia no es más que la historia, aún latente, de las ansias de poder y la demencia de la raza humana, su presente, la comprensión del cosmopolitismo y la igualdad, la ecología, el desarrollo sostenible, el arrepentimiento.

Berlín, más que una ciudad hermosa, es una ciudad para disfrutar, para salir al balcón y respirar el aire limpio de una gran capital abarrotada de bicicletas más que de coches, de más perros que heces.

Como ha dejado escrito alguien por ahí: Berlin ist anders, una ciudad más para vivir y conocer que para visitar durante un par de días.




PD: No me apetece mucho escribir, como se puede notar, pero no quiero que se me acumule todo lo que tengo que contar de esta experiencia, así que ese es el principio.