jueves, 18 de diciembre de 2014

Trabajar y querer trabajar

Desde septiembre trabajo como profesor de español en Alemania, en un Gymnasium, algo así como un instituto, pero sólo "para listos". Hace aproximadamente una semana me comunicaron que, a partir de finales de enero tendré que impartir las clases de la "Fase de cualificación 2" (Qualifikationsphase II - QII), lo que en España sería el Bachillerato, vaya, al menos a un curso, el del equivalente a 1º de Bachillerato, y estar con ellos como profesor hasta el final, hasta que hagan el examen de Abitur, algo así como nuestra Selectividad. 
Pues bien, además de haber recibido ciertos consejos y preocupaciones de algunos compañeros, que consideran que es un trabajo demasiado duro, puesto que se trabaja sin libro y hay que preparar mucho, muchísimo material, me he puesto a investigar cuáles son los campos temáticos de los que, durante los próximos tres semestres, tendré que hablar a los chavales: 1. "Individuo y convivencia social. Momentos cruciales en la vida humana" y 2. "El mundo hispánico: raíces e identidad
Opresión y emancipación – Caminos hacia la democracia". 

Sobre el segundo tema me preguntaron cuando hice la entrevista en Valladolid para recibir la plaza. Contesté, ni corto ni perezoso, que para hablar de la opresión y la emancipación, en el caso de que me dieran los cursos de QII, cosa muy poco probable, según me dijeron en aquel momento, emplearía, si fuera posible, textos de cantautores españoles y americanos, desde Labordeta hasta Víctor Jara, sin olvidar que, sin cantar en castellano, el mundo "hispánico" también puede ofrecer más en otras lenguas. Les hablé de canciones en catalán, gallego y/o euskera, que podrían traducirse para tener una visión global y real de la situación en España, porque aprender una lengua es aprender, también, la cultura, la historia, aunque, reconocí, el euskera no es "manejable". 

Pues bien, resulta que sí lo voy a dar, y cuál ha sido mi sorpresa cuando, mirando el material recomendado, he encontrado lo siguiente: 

- Canciones de la Transición
   Mindestens drei der folgenden Lieder sind zu behandeln*:
      o Jarcha: Libertad sin ira
      o Paco Ibáñez: España en marcha
      o Vino Tinto: Habla, pueblo, habla
      o Lluis Llach: L’estaca (letra en español z.B. unter: www.musica.com)
      o Labordeta: Canto a la libertad
      o José Antonio Sánchez Ferlosio: Gallo rojo, gallo negro

Sé que mis alumnos no tienen un nivel excepcional, puesto que, cuando los coja en enero, llevarán sólo año y medio estudiando español, pero saber que puedo dar literatura con ellos, al menos hasta cierto nivel, me llena de ganas y me hace reafirmarme en mi decisión de estar en Delmenhorst y no en Bonn. 

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*Deben tratarse, al menos, tres de las siguientes canciones


martes, 9 de diciembre de 2014

Por alguna razón

Por alguna razón, me interesan los lugares de paso, los mismos que a veces son de partida o de llegada. Me interesan las estaciones, los aeropuertos, los puertos y las aceras. Esos lugares que dejan a alguien atrás, mientras nosotros, o ellos, otra persona, distinta a la que se queda, avanzan en un sentido u otro, hacia este o aquel lugar.

Hay gente de la que te despides cuando se pone el sol, mientras en otro sitio, dicen, alguien espera, a la mañana, tal vez. A veces, sin embargo, allí no nos espera nadie, y nos quedamos en la soledad de las calles, unas u otras, soportando el peso de la culpa, de la despedida, del adiós sincero, del adiós con prisas.

Sin embargo, en ocasiones, esas despedidas no son como esperábamos, son antes -quizá después, las menos veces- de tiempo. Quizá ni siquiera llegan a ser, como si no hubiera que despedirse de nada o de nadie. Y el nudo en la garganta llega después, e intentas deshacerlo llegando a la carrera a la estación antes de que salga el tren - quizá un 28 de febrero 2013-, o llega y no se va, permanece mientras bebes intentado hacerlo bajar, y tragas saliva y avanzas ligero, conduciendo por la autovía, huyendo hacia el sur, por ejemplo, dejando atrás una despedida inexistente, o sin conducir, dejando atrás unos ojos a medio llorar, en mitad de la calle, sin huir, sólo yéndote. 

Hay muchos tipos de despedidas. En algunas se prende fuego a los colchones, en otras se espera una postal de vuelta y salen las cuentas, en algunas pasan huracanes y lo destrozan todo, mientras que en otras, simplemente, se ven caer las hojas, sin prisa, como lágrimas, sin siquiera sollozos.

Por alguna razón, me interesa la vida.