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Mostrando entradas de agosto, 2011

Dije que volvería

Llegué de Berlín hace justo, hoy, una semana. Digo lo de hoy porque faltan más de once horas para que se cumpla, con justicia , la semana. El viaje no fue demasiado cómodo al ir, mucho más al volver. Nueve personas en una furgoneta que recorrió Alemania entera, desde la Hauptbahnhof (estación central) de Heidelberg hasta la estación de Westkreuz (Cruce Oeste) en Berlín. Seis horas y media de camino con dos paradas de unos quince minutos y unos asientos duros y estrechos, además de un silencio absurdo, para más de 600 kilómetros. Si esto se lo dijera a mi abuela no sería nada comparado con andar día y noche para llegar a Córdoba, o a Puertollano, o a casa, pero los tiempos no son los mismos (ni tampoco el año). Berlín sigue como estaba. Grande, majestuosa, destruida y reconstruida, pisoteada por miles de turistas a cada segundo, y descubierta por cientos de personas como una ciudad que es mucho más, que merece mucho más, que tiene mucho más, cada día. Paseando junto a la East Side Galle...

Correo no electrónico

Ya llevo casi dos meses en el barrio de Handschusheim, en Heidelberg, y no es que me sienta casi como en casa, es, simplemente, que estoy haciendo una casa de esta habitación en la que paso las noches más despierto que dormido. El número de libros aumenta considerablemente gracias a los Antiquariat que venden libros rarísimos, antiquísimos y seguramente descatalogados a precios de risa, a Reclam, que con calidad de libro de bolsillo tiene unos contenidos que podríamos comparar, quizá, con los de Cátedra en España, pero a precios absurdos (Kafka, dos euros, Hauptmann, uno sesenta), y a mis ganas de comprar libros para no saber cuándo podré leerlos. Además de la pequeña colección de libros que se está montando encima del escritorio, justo a mi izquierda ahora mismo, llegan cartas, postales, sorpresas por correo. La última desde Plasencia, como, curiosamente, muchas otras veces, pero con una remitente diferente. Con postal incluida, y con una caligrafía casi perfecta a pesar de los tópico...

Colecciones por correo

Uno colecciona cosas. Pocas. Las justas, seguramente. Y entre las que colecciona con cierto apego y desde hace unos cuantos años se encuentra un libro, una historia, más bien, en muchos libros y en muchas lenguas. Coleccionar Le petit prince  es algo que uno no sabe muy bien por qué, pero lo hace. Y hoy ha llegado hasta Alemania uno más para esa pequeña colección. En polaco ( Mały Książę ) y con una escueta postal dentro. Esta mañana, cuando salía hacia Mannheim para trabajar he echado un vistazo al buzón comunitario de la casa, el único que hay y en el que se acumula la correspondencia de unos quince vecinos que, honradamente, la dejan en el cesto o la llevan a la puerta correspondiente de la casa correspondiente para que el vecino al que le corresponda lo reciba. Y además de unas pocas cartas para conocidos y desconocidos (míos, claro está) había un gran sobre blanco con letras reconocibles que no era, a priori , para mí. He vuelto hace escasos veinte minutos y tenía corresponden...

2011: Max Frisch y la Universidad

Es 2011, y se cumplen 100 años del nacimiento de una de las voces más importantes de la literatura en alemán del siglo XX. Y, casualmente, se cumplen 20 años de su muerte. Se puede celebrar de todo este año relacionado con Max Frisch (Zürich 1911 - 1991). Para conmemorarlo, las universidades alemanas tienen una serie de proyectos programados, recitales, conferencias, exposiciones... La Universität Heidelberg, siguiendo esta corriente, y quizá con alguna intención de provocar a los estudiantes, ha ido repartiendo por los comedores un texto adaptado -a las circunstancias del momento y del lugar- del autor suizo, correspondiente a la obra Andorra  (1961): Wenn bloß kein Platzregen kommt über Nacht! Nämlich seine Uni ist nicht so weiß, wie sie tut, das hat sich herausgestellt, nämlich seine Uni ist auch nur aus Studierenden gemacht, und die Studierenden sind bunt, und wenn ein Platzregen kommt, das saut euch jedesmal die Tünche herab, und man sähe was drunter so alles fault, eure schne...