lunes, 31 de diciembre de 2012

Esos años

Es en estos momentos en los que la gente hace balance del año que está por terminar, cuando faltan menos de cuatro horas para poner un tres sobre el segundo dos, y también cuando se hacen los propósitos y se desea para el del tres. Lo cierto es que yo tengo poco que hacer en favor de este 2012, pues buenas y grandes han sido las alegrías, y pocas pero más grandes han sido las penas.

Dos mil doce ha sido un año en el que, por suerte o por desgracia, he visto la necesidad de los demás, el desconcierto de la falta temporal, el de la ausencia eterna.

No hay trenes que cubran todas las distancias ni, aunque los haya, pueden cubrirse siempre. No es tan fácil como ir a la estación y montarse, ni tan fácil ni tan legítimo ni tan bueno.

Hay quienes se van, pero hay quienes desaparecen, hay quienes emprenden un viaje y quienes lo terminan sin nosotros. Pero, sin desesperar, comprendemos que, también a veces, aunque pareciera imposible, hay quienes, en mitad de un viaje, parecen querer compartirlo.

Qué traerá el año no lo sabemos, pero está bien así, porque lo desconocido atrae, porque lo difícil acaba gustando, porque lo feo nos ayuda en el camino.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Es amargo.

Es amarga la indecisión, la incapacidad de dar una respuesta correcta que no existe, porque no hay verdades absolutas que cierren las bocas de quienes llevan ya tiempo esperándola.

Es amargo no conocer el camino ni la meta, pero más amargo es no reconocerse siquiera en el pasado, donde las cicatrices no están tampoco curadas, donde lo que callamos juega tanto como lo que dijimos, poco, que sí o que no.

Es amargo el contigo, es amargo el sin ti, es amargo saber cuál pesa más y no saber casi reconocerlo.  

Son amargas las ciudades si sólo se recupera de ellas el espacio, si hay más dudas que verdades, si se vuelve a ellas con mapas ya marcados.

Es amarga la verdad si no se comparte, aunque sea una verdad individual, aunque sólo yo la crea, aunque el resto la deteste.

martes, 11 de diciembre de 2012

Las cosas de las ciudades

Alemania suele ser un país tranquilo, pero a veces suceden cosas, y, de esas veces, esas mismas cosas suceden cerca, más cerca de lo que uno nunca imaginaría. En esta ciudad que no tiene nada de importante prácticamente desde que dejó de ser capital, también suceden cosas, y en esos lugares que uno transita casi a diario.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Die (noch nicht) Heimkehr

Hacer una maleta no es elegir lo que se mete dentro, sino lo que se deja fuera, no es la ropa que llevamos la que importa, sino la que no podemos llevar, la que queda encima de la cama porque resulta imposible hacer otro hueco (uno más después de los que ya hemos tapado) para esa camisa, para ese pantalón que nos gusta pero que parece innecesario que llevemos, para esa camisa que querríamos ponernos el sábado por la noche pero que será demasiado fresca para el tiempo que, previsiblemente, hará.

Y si es difícil hacer una maleta para una semana, más lo es para un año, no por la ropa, que en este caso deja casi de pensarse lo que sí y lo que no, sino por todo lo demás, especialmente los libros, porque pesan, pero, a veces, son necesarios.

Miro a la estantería de cuatro huecos que hay en la habitación y no veo lo que busco, no está la poesía a la que se vuelve a cada poco, no González, ni García Montero, ni Benedetti, ni Hierro, nada: un diccionario, una gramática, un libro de ejercicios, algo de clásicos alemanes de Reclam (Schiller, Hauptmann, Keller), crítica y teoría literaria,  uno de Mendoza, regalo de poco antes de venir, un par de principitos (en inglés y en dialecto francón) y un libro que, por el título, parece reírse de mí, Die Heimkehr, eso es, precisamente, lo que tengo que hacer para leer lo que ahora mismo necesito, quiero leer, volver a casa. pero a qué casa, si hace ya tanto que no estoy en la que me recogerá dentro de poco.



Habitaciones separadas


Está solo. Para seguir camino

se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.


Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido, 
tan sólo le conmueve               
ese acierto imprevisto 
del que pudo vivir la propia vida 
en el seguro azar de su conciencia,               
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.


Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.


Dijo también mañana
con los ojos negados al presente               
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano, 
fantasmas como saldo,               
un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse               
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura 
de los sueños vacíos.
              
No quiere renunciar. Para seguir camino 
acepta que la vida se refugie               
en una habitación que no es la suya. 
La luz se queda siempre detrás de una ventana.               
Al otro lado de la puerta 
suele escuchar los pasos de la noche.
              
Sabe que le resulta necesario 
aprender a vivir en otra edad, 
en otro amor,               
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

Luis García Montero, en Habitaciones separadas.



miércoles, 28 de noviembre de 2012

Casualidades

Una capa de blanco frío invernal se deja caer sobre la ciudad sin nombre y sin pasado. El tiempo la recorre en todos sus rincones, y sus habitantes, sin rumbo aparente, se agolpan frente a los puestos de comida y bebida calientes que han aparecido en las calles, como sembrados, como si alguien, con estas lluvias continuas, los regara y los hiciera crecer poco a poco, sin descanso.

En la estación central los viajeros se miran entre ellos, observando en el prójimo lo que quisieran ver en sí mismos, sin encontrarse en ellos, envidiándolos sin saber siquiera si son como creen o si, simplemente por la cazadora, que tasan en 200 euros, son esa gente a la que se envidia por su dinero, su belleza, su (falsa) autoestima. Al subir al tren todos llevan el mismo destino, al menos por un tiempo, todos se dirigen, sin saberlo, sin pensarlo, sin ni siquiera creerlo, al mismo punto, al mismo tiempo, aunque se odien, aunque a unos les abandone atrás la suerte y a otros les espere, tras las puertas, en el próximo andén, la soledad de quien llega sin saber adónde.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

España de pandereta y olé

Uno lee cosas que sabía y se desanima un poco más de lo que ya estaba. Con la imperiosa necesidad de dar sentido al futuro más próximo, aunque con el curso recién empezado, como quien dice, aún parezca lejano, la opción de volver a Salamanca se baraja entre las más posibles, ya que el plan establecido desde un principio falla por cuestiones burocráticas y, se vea como se vea, la opción del máster de secundaria no es tal, sino, más bien, una obligación. Es muy triste ver, sin embargo, cómo las ayudas a la investigación, a las ganas de los jóvenes españoles, al futuro de la educación y la innovación en este país que, por sus gobernantes, deja de estar en el sur de Europa para estar en el norte de África, se disuelven, desaparecen, se evaporan.

Así están las cosas, cuando falta muy poco para empezar a pedir plazas en sitios, becas y demás, cuando cada una de estas cosas que se piden necesita un expediente académico original que cuesta 50 eurines, o compulsa, claro (20€). Habrá que arriesgar, quizá, pero a qué.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Versos encontrados: XII

XII
A A.
La vida es un continuo desafío:
acostumbrarse al paso de los años,
zapatear en todos los estados,
liberarse del peso de los llantos,
ocultarse, entre sábanas, del frío.

M.A.R.

lunes, 15 de octubre de 2012

Innónime

El nombre que te nombra ni siquiera sabe lo que eres, no intuye el simple hecho de la existencia o la compleja capacidad de la pérdida. El simple nombre no es nada y sin embargo puede crearte cuando no existes.

Si no existes y te nombro, te creo, te doy vida de la inexistencia a la que te condenaba el silencio. Si te nombro no apareces si existes.

Y tú existes y el nombre no te basta, no me basta para saber que estás ahí, al otro lado de la puerta, escuchando cada movimiento, o en la calle de enfrente, paseando al perro, esperando bajo la fría lluvia que llegue él, cigarro en mano, mientras de su boca sale un humecillo frío, delator del tiempo que hace, del espacio que no se cubre. Y más si no sé tu nombre. Darte un nombre no supone nada, no mejora las cosas, no te da una vida, pero si no te veo, si no sé que existes y sólo te imagino, y te doy un nombre y te doy una vida y una hora de la ducha y una comida favorita, entonces, entonces sí que con tu nombre bastará para saber todo eso de ti, para saberte un poco más sin conocerte, sin que en realidad estés en esa calle, bajo esa lluvia, sin esperar a nadie, sin ninguna puerta.

Te pondré un nombre y serás otra.

viernes, 5 de octubre de 2012

El Gobierno y la ciudad

Que esta ciudad albergara la sede del Gobierno alemán durante cincuenta años es algo que no creo que llegue a entender nunca si no es por la intención, tan germana, de evitar los conflictos. Supongo que no quisieron tener que elegir entre Colonia y Düsseldorf, "enemigos" constantes, o Fráncfort y Hamburgo, potencias económicas pertenecientes a la parte occidental de la Alemania dividida. También supongo que sabían que la división no era más que provisional, que algún día las dos Alemanias volverían a ser una.

Lo que creo que sí entiendo es que tener aquí la sede del Gobierno le ha traído más problemas que ventajas. En una ciudad tan pequeña para tamaño cometido, el vacío que causó el Gobierno cuando se fue lo han llenado la indigencia y, muy probablemente, las drogas. Es increíble la cantidad de gente que pasa la noche en la calle, es decir, en el subterráneo de la estación principal, la cantidad de indigentes que hay.

De la otra vez que estuve, esto no lo recordaba, supongo que será que la crisis no pasa tan desapercibida en Alemania como nos quieren hacer creer en los medios españoles. Hoy me ha sorprendido, por cierto, ver cómo un señor pedía en la calle para poder pagar los diez euros que cuesta la consulta médica, no porque pida, pues bien sabemos que puede no ser verdad, sino porque ir al médico pueda ser una excusa para pedir.

jueves, 4 de octubre de 2012

Toma de contacto

En la calle el silencio es casi solemne, sea la hora que sea. No sé si tiene que ver con el barrio (Altstadt, centro) o con el país.

El primer día me sorprendió con un calor que no esperaba, sol, buen tiempo, todo demasiado extraño para un octubre en estas latitudes, pero ya ha vuelto la normalidad al otoño alemán, cargado de hojas que se ven caer, lentas, lentísimas, de los árboles, como acariciando el aire, como flotando, hasta cubrir de marrón las calles y desnudar a los árboles ante el frío que pronto empezará a ser de verdad. 

Tras dormir fuera de casa, sobre suelo, uno está deseando ver una cama, el hogar que todavía no es sino será, el espacio que lo albergará y que será albergado durante un año: Cuarto piso. Sin ascensor. 26,3 kg. de maleta. 9,2 kg. de mochila. Al abrir la puerta:

Vacío. 

Silencio. 

Blancas las paredes, los armarios, la cama; la cocina de un gris más claro que oscuro, blanca también la cortina del baño. 

Los cajones están todos vacíos, ni un plato, ni un cubierto, nada. Sobre la cama no queda ni la sombra de quien descansó sobre ella la última vez, no hay edredón, ni siquiera una almohada maltrecha o cabeceada, nada. 

El blanco escritorio con su silla blanca y su mesilla blanca, junto con la cama, a un lado, a unos cuatro metros, justo enfrente, la cocina y un armario que quedaría vacío aunque trajera toda mi ropa. Una sola estantería en la pared que queda enfrente al abrir la puerta es lo único que hay para colocar todos los libros que están y todos los que llegarán: de momento, caben. Un ventanal grande con cortinas opacas que no dejan pasar ni una gota de luz si se corren del todo y, justo enfrente, el baño. Vacío, oscuridad, luz.

Aún no sé con qué llenar el espacio hueco del centro, la realidad de la habitación, la verdad de un año entero que puede no ser más que una aventura, pero también puede no ser más que un comienzo. Los comienzos tienen que ser buenos.

En el cajón de la mesilla, al final del todo, en la esquina, encuentro algo anterior a mí, a mi yo, a esta habitación que ya no es la que era, aunque ocupe el mismo espacio y sea exactamente igual en un primer momento. Es lo único, este sacapuntas, que sé de la chica (lo por el nombre en buzón, ya inexistente incluso en mi memoria) en que esta casa ha habitado primero. 

Habrá que darle vida a esto, más ahora que ya vuelve a llover fuera, que la vida se hará dentro, que vivir es en armonía, que la armonía no es el blanco, que el blanco ni siquiera es vida.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Ahora que justo ahora


Ahora que el espacio se había puesto de mi lado, jugaba conmigo y contra el tiempo (no eterno, circunstancial, correlativo, no simultáneo), ahora que los secretos quedaban en la habitación que tantas veces me negué a abandonar y tantas veces repudié por no dejarme abandonarla.

Ahora que te desnudo y tú también me desnudas y en la estación de las dudas muere un tren rojo que ya no es de cercanías. Morirá, sí, más bien morirá.

Ahora que nos quedamos en la cama, lunes, martes y fiestas de guardar, sin que sean fiesta, sin la necesidad de una fiesta más allá de las fronteras de las sábanas. Ahora ya, justo ahora, cuando la despedida es más larga que el tiempo que pasamos vacunándonos contra el olvido, cuando todo lo que suceda será, posiblemente, ruido de ascensores que ya no suben al tercero. Justo ahora, justo allí.

Ahora que hacemos olas por incordiar, olas, cosquillas, lo que haga falta.
Ahora que está tan sola la soledad, que nos permitimos el lujo de no estar solos en el silencio de una calle, de una casa, en la oscuridad de un cuarto con ventanas al vacío.

Ahora que está tan lejos el olvido.
Ahora que me perfumo cada día,
que sin saber hemos sabido
querernos como es debido
sin querernos todavía.

Ahora que los sentidos sienten sin miedo, porque ya está dicho lo dicho.
Ahora que me despido pero me quedo (porque las ciudades nos habitan, porque despedirse no es olvidarse, porque vivir es estar y estar no sólo es físico)
Ahora que tocan los ojos, que miran las bocas, que gritan los dedos.

Ahora que sueño de noche, que duermo de día, ahora que no te escribo si me voy, ni si me quedo, que ya no escribo, que ya no leo, que sólo miro.

Ahora que nada es urgente, que todo es presente, que hay pan para hoy y, quizá, hambre para mañana, desde ya, desde antes de escribir esto.

Ahora que no te pido lo que me das. Ahora que todos los cuentos parecen el cuento de nunca empezar, que éste es, seguro, el de nunca acabar, porque quién sabe si, cómo, cuándo, ha empezado. 

Justo ahora. Justo ahora.

martes, 17 de julio de 2012

Diario de viaje: Leipzig.

Las clases siguen el ritmo normal, en el piso todo va bien y el tiempo sigue siendo completamente alemán, con sus cambios, idas y venidas, pero no podemos hacer nada contra eso.

El sábado tocó Leipzig, una ciudad con gran protagonismo en la presión que ejercía el pueblo de la Alemania oriental sobre su propio gobierno y que terminaría con la caída del muro de Berlín. Le hicimos una visita al Fórum de la Historia (no tengo muy claro cuál es el nombre real, pero es algo así), y fue bastante interesante, visitamos un par de Höfe y pasamos por delante, sin llegar a entrar porque estaba atestada de turistas, de la Auerbachs Keller, allí donde Goethe se dedicaba a beber en lugar de estudiar y donde tiene lugar el famoso encontronazo entre los estudiantes, Fausto y Mefistófeles. Dos estatuas recuerdan la escena.

En el Zeitgeschichtliches Forum hicimos un recorrido guiado por la historia de Alemania desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la instauración de la actual República Federal Alemana. Fue bastante curioso y, aunque el chaval que nos lo iba explicando no contó demasiadas cosas que no hubiéramos visto en clase o que no supiéramos por alguna otra razón, lo cierto es que resultó interesante. El sitio merece la pena ser visitazo y repasarlo con cuidado, leer detenidamente y pararse en las curiosidades que se muestran.

Hay que tener en cuenta que Leipzig ha sido siempre una ciudad comercial muy activa (Goethe escribió de ella que era un pequeño París) y que con la llegada de la DDR (República Democrática de Alemania) se hundió bastante su vida, una vida que ahora intenta recuperarse de nuevo. Es muy activa comercialmente y no paran de construir en ella. Muchos turistas la visitan y atestan las plazas si el tiempo es agradable, y la importancia que tuvo en la DDR le da un plus. La famosa Nikolaikirche (Offen für alle, Abierta para todos), donde tenían lugar las Misas de los Lunes y que se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión impresiona más por su historia reciente que por ella misma. Lo más curioso de todo es que una de sus columnas está fuera, en la plaza, como símbolo de que también los que estaban fuera participaban de lo que se hacía dentro, pues, en las últimas de esas misas, la gente no cabía dentro de la iglesia: toda la oposición estaba allí. Es curioso, no sólo la oposición se oponía, los propios intelectuales de izquierda pedían cambios en el gobierno socialista.

Hablar de la DDR da para muchísimo, incluso para quien sólo la conoce por lo que otros cuentan. Es impresionante cómo, por otra parte, la alumna china (una profesora) que está en clase reconoce muchas cosas de la antigua Alemania oriental en su país natal (está aquí porque ha conseguido una beca, dice, porque si no le habría sido casi imposible conseguir un visado). Ella ha explicado en clase cosas que, dice, en China no contaría por miedo, casi, especialmente sobre la "solución china" para reprimir revueltas estudiantiles de 1989 y que se tomó como una opción en las manifestaciones en Alemania, como la de Leipzig, en la que todo el ejército estaba concentrado en la gran estación central, con un vestíbulo de 270m de largo, preparado para cuando los manifestantes llegaran a ella y que, pocos minutos antes de que éstos llegaran y sin haber recibido órdenes directas de Berlín Oriental, desaparecía sin coincidir con ellos y evitando el enfrentamiento directo.

El domingo, mientras algunos se fueron a visitar Dresden, yo me quedé a descansar, organizar y leer. El lunes fue día de una pequeña jornada de barbacoa vespertina junto al río Elba y de unas cervezas por la noche con la profesora que, dice, pronto nos dejará de hablar de usted, pero que, de momento, ella sigue con los formalismos alemanes.

Mañana vendrá un cantautor, Paul Bartsch, a ver qué tal.


viernes, 13 de julio de 2012

Diario de viaje: ¿Por qué nunca tienen anguilas?


El tiempo empieza a parecerse a lo que suele ser en Alemania: mañanas lluviosas en las que apetece poco salir a la calle y que, de repente, se convierten en un soleado día en el que aprieta el calor y se iluminan los charcos que ha dejado la tormenta.

El Elba no tiene un torrente demasiado potente en esta zona, apenas se escucha su fluido paso bajo el puente del ferrocarril o el de la carretera que lleva a Leipzig, sólo a veces el salto de algún pez, su regreso al agua tras esa pequeña eternidad en el aire, interrumpe el silencio que completa la puesta de sol. Anchas praderas de un verde húmedo, donde el camino parece no avanzar, se extienden a sus orillas.

Poco más allá, al otro lado del río, estaba la frontera que separaba las dos Alemanias, la de la República Federal (BRD – Bundesrepublik Deutschland) y la de la República Democrática (DDR – Deutsche Demokratische Republik), la que separó durante tanto tiempo lo que no podía desunirse. Algo de esto nos han contado unas jubiladas con los que hemos ido a tomar café. Cada uno con su propia historia, una profesora de alemán y música en un instituto de Wittenberg contaba cómo, tras la caída del Muro, tuvieron que ir a Göttingen a que, los profesores del Oeste les explicaran los nuevos métodos de enseñanza y dejaran atrás los “estalinistas”. Pero nuestros métodos estailinistas eran mejores, decía con añoranza, al menos a nosotros los alumnos nos hacían caso mientras les hablábamos, no se tiraban bolas de papel unos a otros, y todos tenían que aprender lo mismo, no lo que al profesor le diera la gana de enseñar. Otra, riendo, explicaba cómo hacían para comprar anguilas, pescado prohibido dentro de la nación para que se exportara todo y diera los beneficios suficientes: Preguntábamos por qué nunca tenían anguilas y nos contestaban que porque nunca nadie preguntaba por ellas, y así nos traíamos cincuenta kilos para casa, porque menos tampoco vendían. El único jubilado hombre decía que lo mejor de todo era que, daba igual el trabajo que fuera, importante o no, cansado o no, a final de mes todo el mundo recibía su dinero, porque había desempleo cero.

Pero ese Socialismo no era el que tantos buscaban, no era el de quienes proponían como solución construir el Socialismo, el de verdad. Las críticas no se hicieron esperar demasiado y muchos autores que quisieron quedarse o que por voluntad propia fueron a la DDR tuvieron prohibida la publicación o se les impidió entrar en el país cuando salieron. Esto es lo que hemos estado tratando hasta ahora en clase, el caso de Wolf Biermann, por ejemplo, o  la peculiaridad del de Christa Wolf, a la que nunca se le pidieron demasiadas explicaciones. Junto a esto hemos visto un par de películas: Der geteilte Himmel (“El cielo dividido”, basada en la novela homónima de Christa Wolf) y Liebe Sommersprossen (“Queridas pecas”, un filme que, tras una permanencia de unas tres semanas en cartelera, dejó de encontrarse en la DDR y desapareció hasta después de la Unificación.

Y, hablando de irse y no volver, mi casa ha descendido un piso, ahora es el cuarto, y mis compañeros han cambiado por una simpática francesa que hasta ahora vivía sola. A ver qué tal.

martes, 10 de julio de 2012

Diario de Viaje: Wittenberg. Primeros días.


Más o menos sin querer, he empezado una especie de sección en el blog. Como no voy a tener internet en casa estos días y seguramente no pueda escribir demasiado, voy a procurar ir escribiendo por aquí todo lo que vaya sucediendo en esta ciudad y en este país que tenga algo que pueda contarse, así tendré tiempo para que todo el mundo sepa lo que pasa y para tranquilizar un poco a quien pueda estar intranquilo. Me dejaré muchas cosas en el tintero y otra gran parte será poco o nada interesantes, pero bueno, una sección es una sección, y esta, además, va a ser poco meditada, es decir, escribiré y, según salga, así irá.

Diario de viaje: Berlín. Día 2

El avión ha llegado puntual al aeropuerto de Tegel. Después de pasar toda la noche en vela el vuelo ha sido para descansar, o para intentarlo, pues 42 minutos dan poco de sí.

Ya era bastante de día cuando el avión ha despegado, así que hay poco reseñable del vuelo además del pequeño desayuno (dulce y té) que oferta Lufhansa y que se echa mucho de menos en los caros vuelos de Iberia.

Regresar a Berlín es extraño, siempre, por varios motivos, pero esta vez lo ha sido más, porque esta vez volvía para dejar pronto la ciudad. Tenía ya billete de tren comprado, por aquello de las ofertas de internet, y lo tenía para muy tarde, siete horas después de la llegada del avión a Berlín. Aun así, una vez dejada la maleta en consigna (con un pago de cinco euros) me he ido a recorrer Berlín con un tiempo que parecía de otra Alemania, quizá de otro país mucho más al sur.

Tras hacer las visitas de rigor a la Puerta de Brandemburgo, el Reichstag y demás atracciones turísticas, el metro me ha llevado al Tiargarten, donde, en el primer banco libre que he encontrado, he procurado, con gran esfuerzo, no dormirme, pero no ha sido fácil. Así que, al poco rato de estar sentado, cuando un chaval joven ha aparecido con su ordenador y se ha sentado junto a mí, en el mismo banco (se ve que no habría ninguno más libre en todo el parque) he aprovechado que parecía simpático y he decidido dejarme al sueño por algún tiempito. Veinte o veinticinco minutos después, tras reabrir los ojos de un rejuvenecedor sueño pegado a la mochila y con el joven desconocido del Mac como vigilante, he puesto rumbo a Hauptbahnhof, desde donde salía el tren que me ha dejado en Wittenberg.

Lo primero que me ha sorprendido de la ciudad es que ya la conocía. Es decir, no conocerla, pero sí había puesto los pies en la estación la vez que, de camino a Leipzig desde Berlín, tuvimos que hacer trasnbordo allí.

Una vez en Lutherstadt-Wittenberg empiezan las “dificultades”. Bajo la lluvia que asedia la pequeña ciudad, he tardado un rato más largo del deseable en encontrar  la dirección correcta, y una vez que he logrado dar con la calle, para ahondar un poco en la mala suerte, había olvidado el número al que me tenía que dirigir, a lo que tenemos que sumarle que la numeración de las casas en Alemania poco se parece a la española (las aceras no se numeran por pares e impares, sino que en una se empieza con 1, 2, 3, etc. y en la otra se continúa desde el lado opuesto, es decir, podemos tener el 1 frente al 91 y el 2 frente al 90, por ejemplo).

Una vez en el instituto (Leucorea), con todos los papeles firmados, la organización del curso me ha mandado un taxi para que me trajera al piso, más lejos de lo que este pueblo se merece, y donde me he encontrado con mis dos compañeros, un kazajo que habla más bien poco y un sueco de unos sesenta años que está más para allá que para acá: no para de hablar y no escucha a nadie. Es bastante más cansino de que lo que me gustaría, así espero poder soportarlo las próximas tres semanas.

No hay internet en el piso, así que este proyecto de escribir en el blog para contar más o menos todo esto, lo mismo se queda en nada. De momento he decidido que escribiré en casa y lo subiré al día siguiente desde la escuela, pero ya se verá.


Diario de viaje: Presentación. Día 3.

El curso pinta bien. Las clases empiezan todos los días a las nueve de la mañana y tenemos excursión los sábados, el primero a Leipzig y el segundo a Berlín.

El temario se centra, la primera semana, en la historia de la RDA para situarnos un poco en el contexto socio-cultural de la época de la reunificación, luego en la literatura de la unificación y más tarde en la literatura actual. Vendrá un autor a visitarnos y demás y veremos películas sobre esto.

Hay gente de un montón de sitios: dos húngaros, una estadounidense, una moldava, una bielorrusa, una polaca, una checa, un irlandés, un griego, una ucraniana, dos finesas y una china.  

El problema es el horario, eso de comer a las doce sigo sin llevarlo del todo bien y lo de tener clase por la tarde, a la hora de la comida, es muy raro, pero se llevará bien dentro de poco.

Aunque podría escribir algo más sobre la visita a Wittenberg y el primer día con los compañeros, interesa todavía menos que lo que acabo de escribir, así que, ahí queda.

sábado, 7 de julio de 2012

Diario de viaje: Aeropuertos: Frankfurt Airport


En este aeropuerto el silencio es solemne, sólo el aire acondicionado lo rompe, las televisiones, dos por cada puerta de embarque, apenas si se oyen y los viajeros, que a esta hora escasean, se dirigen en silencio a por sus maletas.

Las tiendas ya han cerrado, los trabajadores, cansados, se juntan y se saludan. Todos, casi todos, van a casa mientras el aeropuerto queda vacío pero iluminado, como si la vida siguiera a pesar de los pocos que quedamos aquí.

Junto a la cristalera, en esta especie de cafetería sin camareros y con la máquina de café apagada, se ven cientos de puntos rojos y azules, luces de todas las clases, coches de carga y algún que otro avión que, a estas horas, todavía tiene camino por delante.

A mí me esperan unas pocas horas hasta que llegue el momento de tomar el otro vuelo con destino Berlín, y acercarse hasta Frankfurt en plena noche y sin conocer la ciudad quizá no sea la mejor idea, así que me quedaré en esta silla, acabaré con la batería del portátil, supongo, y con los treinta minutos de internet que me da el aeropuerto de Frankfurt. 

Son casi las once de la noche y el embarque no es hasta las seis de la mañana, algo habrá que hacer, esperar, sí, pero procuraremos que la espera sea, al menos, productiva. Ya se verá.

jueves, 5 de julio de 2012

Sin vuelta aparente

Hace tiempo -dos, quizá tres meses- que uno viene preparándose para esto: empaquetar y desempaquetar, encajar y desencajar el tiempo y sus consecuencias, todo lo que han ido creando el espacio y las acciones, la amargura y el silencio. Tu silencio.

Desde el principio sabíamos cuál era el final de esta historia, cómo habría de terminar todo si algún día empezaba de verdad, y cuando empezó no pudimos negarlo, no pudimos decirnos que no a nosotros mismos- No quisimos creer nuestra propia verdad, nuestra propia historia.

Ahora ya han pasado tres años, las cajas se van vaciando de ropa y de papeles, y con ellos y las fotos la habitación se llena de recuerdos, de realidades sólo nuestras. Seguramente nunca más compartamos esa vida que nos unió al futuro, y seguramente el futuro no será como lo imaginamos cuando aún no conocíamos el presente, pero será el nuestro. Quizá, quién sabe, los recuerdos se pierdan entre otros muchos en la amarga melancolía de la edad, o tal vez permanezcan cuando hayan pasado tantos años que cada uno conserve uno distinto, pero habrán existido, y eso es lo que importa, que un día estuvieron allí y que pueden seguir estándolo en la memoria.

Dos cajas grandes, una mediana y tres pequeñas, cinco bolsas y un koala es el inventario del despido, del adiós de la ciudad que lo prometía todo y lo dio todo, pero también de la que se quedó con todo. Sin embargo, será un poco menos esa ciudad si no está quien la ha hecho ser la que es para mí, o al menos no toda la gente que la ha hecho ser la mía durante estos tres años.

Me ha prestado a la gente por algún tiempo, pero ahora el tiempo me la quita.

Aún ha pasado poco tiempo y sigo creyendo que, un día de estos, quizá mañana o pasadomañana, iré a la estación de autobuses a coger el bus que me lleve de nuevo allí, a casa, con ellos, con ella, contigo, conmigo. No sé cuánto tiempo tardará esa idea en irse de la cabeza, pero pasadomañana, en realidad, no voy a casa, el destino está mucho más lejos, para que termine de hacerme a la idea, para que termine de comprender que no, que no hay marcha atrás.

jueves, 28 de junio de 2012

Calle Prado (II)

Las paredes de esta habitación se vacían de nuevo y poco a poco vuelve a verse por todas partes el color azul que las recubre. Esta vez es todo, posiblemente, para siempre.

Hace ya tres años que puse por primera vez los pies en esta ciudad que no dejará de habitarme, pero en la que yo ya no estaré. El otoño que llegará tras el verano que va a empezar no me regresará a Salamanca. Todo acabará de nuevo. Todo.

Quedará la posibilidad de volver, pero desde que la partida será la menos probable: ¿volver para qué?, ¿volver para quién?

Caminante, no hay camino rezan los versos de Machado y, con cada minúsculo paso, uno se da cuenta de que es verdad, de que no hay camino ni vereda, de que pisar fuerte es la única forma de abrir el paso.

Desde ya las cajas se amontonan y la incertidumbre se pasea entre los huecos y el vacío sólo se cubre bajo las sábanas, y sólo a veces.

miércoles, 13 de junio de 2012

Una verdad

"Elija bien. Lo único que nos queda son recuerdos, al menos que sean lindos, ¿no?"
El secreto de sus ojos. 

viernes, 8 de junio de 2012

Las noticias: Krahe

Sigo abriendo el periódico sin ganas, da igual el que sea, en todos no hay más que noticias que lo impulsan a uno a cerrar el ordenador, la puerta, las ventas y dormir, huir al mundo de los sueños y despedirse de este en el que todo parece ir cada día peor, en el que las leyes de la lógica no existen, o no se tienen en cuenta (aquello de las leyes están para saltárselas). Hoy, la única noticia que he visto y me ha alegrado un poco, por coherente, por justa, por lógica, es la que anuncia que Krahe ha sido absuelto. Menos mal. Escucharemos sus canciones como remedio contra el mundo.

martes, 5 de junio de 2012

Vacaciones al olvido

Las puertas se abren y se cierran con fuerza, casi con violencia. El tránsito de huéspedes no para ni un minuto: unos entran y otros salen. Dentro hay un vestíbulo enorme, lleno de gente con maletas y niños correteando. Fuera, por la parte de atrás del hotel, hay una especie de jardín, todo de césped, y una piscina.

Los turistas, los bañistas, se agolpan ante una barra de bar que hay fuera, junto a las hamacas. Justo enfrente, a la sombra de unos toldos a rayas blancas y azules, estás tú. Ahora lo sé porque he escuchado ya tu nombre, de uno de esos críos que corren a tu alrededor, pero entonces no lo sabía. No sabía que fueras tú, aunque te veía y buscaba en mi mente alguien a quien ponerle tus ojos. No parecías tú.

Te vi, tu cara me era familiar, pero como la de tantas otras personas que veo por la calle, como aquel camionero que había visto, unos meses antes, entrar borracho a un bar en el que esperaba encontrar a su mujer, la que lo había dejado hacía poco, y que, cuando vi su foto en el periódico, no supe reconocer. Pero, aun así, había algo en ti que me llamaba la atención, algo que reconocí y que no logro averiguar qué es; pero me fijé en ti.

He pasado a tu lado intentado obligar a mi mente a que me dé datos sobre ti, y entonces ha sido cuando lo he escuchado y he sabido que eras tú. Pero tú no me has visto, me has mirado y no me has reconocido. No sabes quién soy ni que me acuerdo de ti. Hace tanto tiempo que, es muy probable, yo ya no exista.

lunes, 4 de junio de 2012

Aquí todo tiene su tiempo

Miraba por la ventana como absorta, llena de dudas, muda pero con la elocuencia en los ojos, en la frente. No movía los labios ni un solo milímetro, sin embargo lo decía todo con su postura, con los ojos abiertos, mirando a la calle sin ver ni un solo palmo de ella. Sentada junto a la ventana, al refugio del agua que caía en primavera para aliviar el calor sofocante.

Pero el calor no amaina: derrite las aceras, los escaparates, el sudor casi se evapora en las camas, el agua no consigue crear charcos, al poco ha desaparecido del suelo, que levanta un humo espeso y asfixiante. Llueve solamente humedad.

Ella sigue pegada a la ventana y ha empezado a morderse las uñas, como nerviosa. Sus ojos todavía tienen la misma actitud, ven caer las gotas de lluvia contra los coches, contra las ventanas, pero yo no tengo claro que sepa lo que pasa, que vea más allá de la lluvia y que sienta más allá del sonido de la ruptura con el presente, con lo que hay, del tiempo indefinido que está por llegar, del que ha llegado y nadie entiende.

Estoy seguro de saber lo que piensa y, sin embargo, puedo estar equivocado, quizá ella ni siquiera sabe que lo piensa: la percepción del pensamiento no es algo de lo que siempre se sea consciente.

La miro y lo sabe. En algún momento se girará inquisitiva, como recrimándome que lo haga, supongo. No dejaré de hacerlo. Se muerde las uñas obsesiva, como negándose algún pensamiento, como queriendo eliminarlo a través de sus dedos, como si pudiera llegar a ellos y arrastralos al vacío.

Llueve y el calor es insoportable. Al interior sólo consigue llegar el sonido del agua al golpear contra el techo y las paredes, contra las sombras y el futuro. Ella parece no inmutarse.

El calor es insoportable; la lluvia no consigue eliminarlo.

El tiempo es subjetivo e inalcanzable: inabarcable, inalterable.

jueves, 31 de mayo de 2012

Calle Prado (I)

Por la ventana abierta entran las voces de la calle, el sonido de los vasos de quienes, en las terrazas de los dos bares que están junto al portal, beben y pasan la noche, ahora que aún no hace un calor sofocante, mientras el camarero, bajito, moreno, no demasiado fuerte, recoge las sillas que han ido quedando vacías. Algún que otro coche pasa junto a ellas de vez en cuando, borrando las risas por un instante, breve pero demasiado extenso.

La luz es la justa, dentro y fuera. No se necesita más para ver. Algunas ventanas, iluminadas, muestran vida en unas casas que hasta ahora me habían parecido vacías, siempre. Pero ahora ya no, ahora que sé que pronto no estarán ahí, como el árbol que cae en el bosque y que nadie ha visto caer, por lo que no ha caído, ahora, digo, es cuando las veo. Cuando sé que no tendrán vida, porque sólo serán recuerdo. Y los recuerdos no laten.

La ventana seguirá abierta un tiempo, dejará entrar la luz y las voces, el ruido de los coches y las risas de madrugada de quienes vuelven a sus casas con el peso del alcohol en el cuerpo y los bolsillos vacíos, de quienes persiguen un sueño y saben que no lo encontrarán, pero no saben que lo saben.

Esta calle está, pero también es, aunque pronto deje de ser, para sólo estar y haber sido.

viernes, 25 de mayo de 2012

Encierro Facultad de Geografía e Historia

Los actos simbólicos se suceden en todas partes, como una epidemia inocua, con la esperanza de que se preste atención en ellos, en la calle, pero de momento se consigue poco.

Mañana aparecerá Botín por Salamanca, parece ser, irá al Edificio Histórico mientras que los alumnos siguen encerrados en la Facultad de Derecho, mientras yo escribo esto desde el aula 14 de la Facultad de Geografía e Historia a las 4.11 de la noche.

Planto aquí el manifiesto que hemos redactado, ¿para qué? Pues quizá para demostrar que somos unos cuantos (75 estábamos aquí metidos) y que, aun en época de exámenes, alguna molestia nos tomamos:


Comunicado de la Asamblea del Encierro en la Facultad de Geografía e Historia
Salamanca, 25 de Mayo 2012
Facultad de Geografía e Historia


Reunidos en asamblea, los alumnos  encerrados en la Facultad de Geografía e Historia manifestamos:


Nuestro rechazo unánime al Real Decreto-Ley 14/2012, del 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo.  La crisis económica no puede ser excusa para recortar en educación. Este ajuste supone un atentado contra el Derecho a la Educación Pública como pilar básico del Estado de Bienestar. El Estado debe mantener la igualdad de oportunidades en educación.


Asimismo, nos oponemos al resto de recortes en el sector social que suponen un menoscabo de otros derechos básicos y, como parte de la Comunidad Universitaria, apoyamos la creación de espacios públicos de reflexión crítica e intelectual sobre estos temas.


Sabemos que la situación económica actual hace necesario otro modelo de gestión de los recursos disponibles, sin embargo, esta gestión no debe, en ningún caso, lesionar la igualdad de acceso ni la calidad de la educación.


Con estas ideas en mente, exigimos un compromiso firme (por escrito) a las autoridades de la Universidad, la Junta y el Gobierno con los siguientes puntos:
- No subir las tasas universitarias.
- No establecer condiciones diferenciadas para estudiantes extracomunitarios.
- Aumentar el número de becas y no endurecer las condiciones para su obtención.
- Mantener todos los puestos de trabajo.
- No congelar ni destruir plazas de profesores en la Universidad.
- Anular la distinción entre profesores docentes y profesores investigadores.
- Cubrir todos los puestos de personal jubilado.
- Antes de nombrar nuevos catedráticos, estabilizar a los ayudantes doctores.
- Establecer un sistema de remuneración de profesores que permita relacionar la calidad de la docencia con el sueldo recibido.


Consideramos que esto es posible si se acompaña de medidas como:
- Aumentar el máximo posible la transparencia en la toma de decisiones de la Universidad con la creación de portales web accesibles a todos donde se publiquen los datos relacionados con los gastos de la Universidad.
- Mayor control de gastos dentro de las Facultades. Creemos que es deber de todos gestionar de forma responsable los recursos de la Universidad.
Tras una reflexión conjunta hemos llegado a la conclusión de que hay gastos que sí se podrían eliminar, como los siguientes:
- Actos ceremoniales y festivos dentro de la Universidad.
- Campus de Excelencia.


En caso de disponer de fondos extraordinarios proponemos invertir en los siguientes aspectos:
- Profesorado cualificado.
- Mejora de infraestructuras y medios.
- Servicio de bibliotecas: ampliación de horarios y material, así como espacios para albergar nuevos fondos.


Sin menospreciar el acto simbólico que los rectores realizaron plantando al Ministro de Educación, José Ignacio Wert, creemos conveniente exigir una mayor implicación contra las medidas que se están tomando en perjuicio de la calidad de la educación pública y un rechazo de ellas, por escrito. Y recordamos que,  igual que los rectores desean ser informados y consultados a la hora de tomar decisiones, los alumnos, profesores y personal administrativo deseamos formar parte de la gestión universitaria.


Si no se atiende a nuestras peticiones, seguiremos en lucha defendiendo el derecho a una educación pública, universal, laica, gratuita y de calidad.


Suscribe,
Asamblea del Encierro en la Facultad de Geografía e Historia.

martes, 22 de mayo de 2012

¿La pública, de luto?

Hoy, más que de huelga, estoy de luto.

Me pregunto si esta huelga llevará a algún sitio, además de a que los trabajadores que hoy no han ido a sus puestos de trabajo pierdan algo de su sueldo. Seguramente no.

No porque el problema es, como siempre, la burocracia, los tiempos, la legalidad, el hundimiento de la ética. Mientras ellos tengan el dinero y nosotros lo necesitemos, la única opción es trabajar por menos, aguantar, o saltarse la legalidad y optar por la acción y la desobediencia civil. Y no es que esté a favor de la violencia, por supuesto, pero no hay manera de acabar con esto razonando, ¿o es que nadie se da cuenta de que no importa cuántos llenen las calles, cuántos salgan a gritar por sus derechos? La desobediencia civil es también, y más ahora, la resistencia pacífica, arriesgarse a los arrestos, al escándalo, pero, como están las cosas, ¿quién deja de estudiar para irse a las calles, a las plazas, a saltarse las vallas que bloquean el camino de la educación pública en favor de las avenidas de lo privado y, por lo tanto, programado por las mentes insalubres e insolidarias de los poderosos? ¿Quién va a hacer eso durante los exámenes (ahora que las tasas se irán a la galaxia más lejana) o durante el curso (ahora que la asistencia es más obligatoria que el comer)? ¿Quién va a arriesgarse a no tener nada en los tiempos en los que tener algo no es posibilidad para nada? Los estudiantes estamos cogidos por los huevos y con navajas de coleccionista rajando nuestros bolsillos. ¿Y los profesores? ¿Van a dejar su labor, su vocación (al menos eso se supone y se espera), enseñar y ayudar a pensar a la sociedad que más lo necesita? ¿Y si lo hacen, qué beneficios va a traer eso además de dar argumentos a quienes apoyan esto que está pasando?

El problema es el sistema. Si salimos a criticar a los bancos que se quedan el poder en la Universidad y necesitamos sus servicios para que nos paguen el sueldo del mes o para recibir una beca necesitamos una cuenta bancaria. Nos estamos haciendo un flaco favor. ¿Pero hay posibilidad de acabar con su hegemonía? ¿Hay manera de terminar con sus caprichos? ¿Cuál?

Lo de hoy no pasará de ser una imagen de un país al borde del colapso. Quizás. Un país en el que los derechos de los ciudadanos están por debajo de los derechos del dinero, en el que la educación pública será gratuita más que nunca, porque nadie, ni el Gobierno, pagará por ella, porque se tendrá que aprender en la calle, se tendrán que formar asambleas, clubes de debate, de lectura... y no por convicción ni ganas, que también, sino por necesidad. Desaparecerá la contra-cultura, porque alguien tendrá que ocuparse, en alguna parte, de la cultura, o se unirán más que nunca. Quién sabe.

Tendrán el dinero, tendrán el poder y sus hijos tendrán los trabajos hasta que de esos grupos de "no-educados", de esos indignados con el presente, salgan quienes sean capaces de llevar el futuro, que se habrán formado fuera de lo privado, fuera de lo público, en lo social. Pero para eso aún queda, y la única forma de ir echando leña al fuego que ha de calentar el caldo de cultivo es continuar saliendo a las calles, presionando, hundiendo los mercados con la imagen de un país que se cae por su propio peso y por las medidas que le impone un Ejecutivo que gobierna, sin llegar a la mitad de los votos, en mayoría absoluta.

Mientras en las calles la gente se mueve (nos movemos), en las casas seguimos leyendo, estudiando, preparándonos, yendo a las aulas cuando toca, haciendo los exámenes y aprobando como bien se puede, porque podrán robarnos la Univesidad, pero no la Educación, ni la educación. Mientras a Bankia se la rescata con millones de euros y a cada alumno se le piden unos cientos euros más por matrícula, ellos, Gobierno y banqueros, comen con cubiertos de oro y plata y se limpian en servilletas de seda. Pero España se prepara para la Eurocopa, y mientras los clubes deben cientos de miles de euros que no pagarán nunca, porque son "nuestro orgullo", los futbolistas, los trofeos, los profesores tienen más horas y menos sueldo, y menos plazas. Este país de catetos seguirá como sigue hasta que quien está en esas calles se dé cuenta de que salir no sirve de nada si no se actúa de otra forma, si el salir no se acompaña de provocación, de lucha activa: ¿tú me quitas? yo no te doy. Si quieren hundir la enseñanza pública, nosotros les ayudaremos, ya no más proyectos de investigación, ya no más nada, cada vez menos estudiantes de intercambio en nuestras aulas, demos al mundo la imagen que quieren dar de nosotros, cerrémonos en las aulas universitarias y abrámonos en las calles, nada de excelencia además de en los nombres y en los títulos (USal: Campus de Excelencia Internacional), seamos excelentes en la humildad de los barrios. Esto suena demasiado utópico y poco creíble, lo sé, pero la única solución para acabar con el sistema que oprime a quien estaría destinado a ser su heredero es salir de él, y salir de él y tener que estar a la vez dentro sólo puede hacerse de esta manera, dando una imagen mediocre desde la maestría.¿Útil? Quién sabe.

La Educación Pública como parámetro social agoniza y rescatarla no sé si está en nuestras manos, pero sí lo está salvar la sociedad civil educando públicamente.

jueves, 17 de mayo de 2012

Entrada absurda y necesaria.

Escribo esto casi por necesidad, por contar, porque los días en los que uno no puede hacer nada más que mirar por la ventana, escuchar la radio e intentar leer son lo más aburrido del mundo y, por supuesto, escribo aquí porque no puedo escribir en papel tirado en la cama. Y escribo sin tener muy claro de qué o siquiera para qué. No tengo nada que contar ahora mismo, o sí, quizá tantas cosas que no sé elegir una sola: ha sido el aniversario del 15-M y yo lo he visto en la prensa, sin poder salir a la calle; Francia tiene nuevo presidente, Hollande, de izquierdas, bueno, del Parti Socialiste, que sabemos que no siempre es lo mismo; definitivamente el curso que viene estaré en Alemania estudiando, en la ciudad de Beethoven, inscrito y todo ya en la Universidad del nombre kilométrico de la ciudad de una sola sílaba (lo que son las ironías, oigan); y otras tantas cosas (tijeras por aquí, recortes por allá...) de las que podría haber escrito en su día, no por contarlas, que para eso ya están los periódicos, en lo general, claro, sino por comentar y recrear, en palabras, un ambiente interno, una percepción sobre algo en concreto, un tema o una situación, que es lo que he venido haciendo hasta ahora en el blog. Pero resulta que no he tenido tiempo, y ahora que lo tengo, más o menos y por obligación, dicho sea de paso, no tengo nada que contar y escribo. ¿Lógica, dónde estás?

Dice mi profesora de Narrativa Alemana del S.XX, Ofelia de aquí en adelante para lo que queda de blog, que la literatura no se acabará nunca porque todos tenemos la necesidad de contar y de que nos cuenten historias, y yo hoy lo veo claro, más claro que nunca, quiero decir, ¿si no, a qué narices viene esta entrada insulsa y absurda? A nada, pero si no la escribo, reviento. Aunque bueno, para contar lo que estoy contando, que no tengo nada que contar, no sé yo qué tal. Bien es cierto que podría no publicarla y dejarla ahí, entre el grupito de los borradores, aunque no sé si eso satisfaría la necesidad de contar que me ha entrado, vaya. 

Ale, ya está, necesidad satisfecha a medias. 

sábado, 21 de abril de 2012

Tabúes

Me pregunto cuántas veces habría pedido la ciudadanía alemana, que parece ser la que nos guía por la senda de la recuperación económica en los tiempos que corren, la cabeza de la canciller Angela Merkel o su Bundespräsident si hubieran sido ellos quienes, con como están las cosas, se hubieran ido a cazar elefantes a Botsuana en viaje privado a costa del dinero que ganan de los contribuyentes.

Pongo a los alemanes porque parece que son el modelo a seguir en lo económico, pero ¿qué habría pasado si, en lugar del Rey, hubiera sido algún presidente, qué habría hecho la oposición?

Pero no, el Rey ha pedido perdón, avergonzado y tímido, como un crío que hace una travesura de la que esperaba que nadie nunca se enterara. Pero se rompió la cadera, lástima que ese "susto" no le vaya a servir para cambiar, y mucho menos para cambiarlo.

Y la pregunta es, ¿tendremos que aguantarlo, a él y a su familia, para siempre?

En el balcón del piso en el que vivo cuelga una bandera republicana desde el día anterior a las elecciones de noviembre, y cada día hay más motivos para no retirarla nunca.

viernes, 13 de abril de 2012

Entre el arte y la osadía(?)

El arte, como forma de conocimiento, es imperfecto, no sigue unas reglas básicas, ni siquiera aquella de la verosimilitud, que decía Aristóteles del drama, o, al menos, no tiene por qué seguirlas. Es una forma de conocimiento, por lo tanto, que no es tal, que da a conocer verdades no absolutas y, de este modo, no son verdades, pero tampoco son mentiras.

Como forma de creación, el arte busca la perfección, lo sublime, en el campo que sea, la más perfecta descripción de la belleza o de la destrucción, da igual: la perfección: perfecto, de perficio (perfeci, perfectum; per + facio), llevar a término una acción, acabar. Así, la perfección es la cualidad de lo que está completamente terminado, y, el arte, como tal, como búsqueda, no puede, por definición (la definición de búsqueda es eso, búsqueda, no encuentro) ser perfecto, pero se le acerca a la idea que el autor de la obra que sea tiene de la perfección. O eso es lo que nos han vendido. Si el arte no fuera la búsqueda de la perfección, sino la perfección en sí misma, habríamos terminado con la historia del arte en el momento en el que se datara la obra de arte más antigua, sería perfecta. Punto.

Pero no es así, como bien sabemos, la perfección cambia con el tiempo, los cánones de lo perfecto varían, porque la perfección no existe, por lo que tampoco existe la obra perfecta, la realización más acabada posible de algo, no, no puede existir. Nunca.

Sin embargo, cuando alguien escribe, o pinta, o talla, o compone o millones de oes, le dedica un tiempo maravilloso a encontrar la mejor forma (para ese alguien) de llegar a la perfección, de comunicar, de expresar, de transmitir, de contar (podría seguir con la lista de sinónimos, pero es absurdo), la mejor forma, en definitiva, de conocer, él mismo, y dar a conocer, porque, dijimos en el primer párrafo que el arte es, también, una forma de conocimiento. Me da igual si hablamos de Realismo, Romanticismo, Postmodernidad, Transmodernidad o Época Clásica griega, me da lo mismo, en todas las etapas de la historia del arte se trata de la perfección, lo exacto, la mejor forma. Incluso en las vanguardias, aunque sea la mejor forma de crear un juego con palabras, incluso para quien "mantiene sucia la estrofa", para quien destroza su propia escultura, porque en el arte las cosas no son gratuitas, o no deben serlo, porque si eso está así es porque, quien lo creó, pensó que era la mejor forma de hacer lo que fuera que iba a hacer, le parezca al público lo que le parezca.

He pensado algo en esto últimamente, porque últimamente me encuentro con más visitantes de este blog de los que esperaba. Es curioso, no es que la gente me vaya parando por la calle, lógicamente, ni que ésta sea, por suerte (y también lógicamente), una de las páginas más visitadas de la red, pero este juego de creación y reflexión que nació después de otros varios y que se ha consolidado, parece ser, en la mi rutina habitual de escritura, que desarrollo más por inercia que por constancia, comenzó por la simple idea de escribir para todos y para nadie, como la modelo que se presenta a un casting entre desconocidos sin necesidad de saber su opinión, y, si la dan, por una opinión sincera, sin miramientos (no vales para nada o tienes algo de futuro, pero no mucho), aquello que nunca dice quien, desde cerca, conoce las ilusiones en vano.

Lo curioso de todo esto es que, quien, últimamente, me ha dicho que me lee, me lo suele decir con una especie de entusiasmo no encubierto pero no entusiasta, es decir, como haciéndome saber que le gusta, que lee con agrado, pero con sinceridad, afianzados en una seriedad pasmosa, dando una visión innecesaria, pues nadie la ha pedido, pero que tampoco suele estar de más; orgullosos, los más cercanos, cercanos, los menos. No espero que la gente vaya criticando de primeras (pues anda que escribes bien, majo), por supuesto que no, eso llegaría a ser incluso descortés, pero es sorprendente que la autocrítica a la que yo mismo me someto sea tan extrema que, muchas veces, como he venido haciendo desde hace años, lleve mis palabras al vertedero. Así, con ese nombre, "Vertedero", llamé a una carpeta en la que guardaba pequeños relatos, poemas y demás construcciones cuasiliterarias salidas de las manos que ahora teclean; pero no sirvió de nada. Y no por extrema por serlo en sí misma, porque a mí no me lo parece, pero sí por alejada del contexto que contemplo atónito desde la silla de mi escritorio, a través de la pantalla del ordenador. No comprendo, y nunca llegaré a hacerlo, que haya quien, con esos adefesios literarios, consigan siquiera publicar un libro, pero ahí están. Ayer, además, leí algo que anda relacionado, y por eso, intuyo, escribo esto hoy.

Como ya he dicho, cada uno tiene una concepción diferente de la perfección, y no sé si seré el más perfeccionista de todos los pseudo-creadores/escritores, pero seguro que mucho más autocrítico que la mayoría. Quizá es que yo tengo una forma muy distinta de interpretar lo que debería ser la literatura (por poner aquello a lo que dedico mis días y mis noches y en lo que, por supuesto, no soy el más docto), pero hasta me planteo presentar algún día alguno de mis trabajos-estudios (esto me recuerda a las clases de violín: Estudio nº1, Estudio nº2...), no demasiado pronto, tampoco demasiado tarde, a alguno de estos pequeños concursos literarios, por aquello de la modelo.

Supongo que porque quienes leéis esto me habéis dado algo de ánimo (ahora es cuando toca decir que fue mentira), pero también supongo que porque la perfección de otros me parece tan imperfecta... Aunque intuyo que no todo es perfección, habrá también valor, ¿o tal vez osadía? Quién sabe, lo mismo sólo son las concepciones.

viernes, 6 de abril de 2012

Sombras en Madrid

La noche cae sobre Lavapiés y el barrio no pierde su fuerza. Hace calor y en la calle, a la salida del teatro Valle-Inclán, un centenar de personas toma el aire como si el mundo estuviera paralizado. Debe de haber, en la misma plaza, al menos cuarenta nacionalidades diferentes, personas de toda raza y preferencia bajo las mismas luces. En las ventanas, la gente asomada para ver el espectáculo de la vida en comunión, con un aura de humildad y lógica.

Al fondo de la plaza, en una esquina, una luz se enciende y unas cortinas se mueven un poco. Una sombra parece desvestirse y vestirse de nuevo, pero sólo eso, una sombra que se pone y se quita la ropa tras una cortina. La luz se apaga y pocos segundos después vuelve a encenderse. La misma sombra cruza la habitación, no sabemos si la misma persona.

Unas pocas calles más arriba, entre las sábanas de algún cuarto desgastado, el mundo desaparecerá, y quedarán también otras sombras, mientras en la calle continuará el ruido de la gente en los bancos, a la luz de unas pocas farolas negras.

En Madrid, en Lavapiés, el recuerdo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Un poema: La ciudad

La ciudad

Dices: "iré a otras tierras, a otros mares.
Buscaré una ciudad mejor que ésta
en la que mis afanes no se cumplieron nunca,
frío sepulcro de mi sentimiento.
¿Hasta cuándo errará mi alma en este laberinto?
Mire hacia donde mire, sólo veo
la negra ruina de la vida,
tiempo ya consumido que aquí desperdicié".
No existen para ti otras tierras, otros mares.
Esta ciudad irá donde tú vayas.
Recorrerás las mismas calles siempre. En el mismo
arrabal te harás viejo. Irás encaneciendo
en idéntica casa.
Nunca abandonarás esta ciudad. Ya para ti no hay otra,
ni barcos ni caminos que te libren de ella.
Porque no sólo aquí perdiste tú la vida:
en todo el mundo la desbarataste.

De Konstantinos Kavafis, en versión de Ángel González.

martes, 20 de marzo de 2012

Breve historia de la búsqueda de un libro

Todo tiene su historia, unas son más curiosas, más divertidas, más especiales, o lo que sea que otras, eso está claro. Por ejemplo, yo empecé a coleccionar El Principito antes de haberlo leído, siquiera. En Alemania, el primer verano que pasé allí. Por una serie de razones que no recuerdo, la madre de una amiga mía, después de hablarme del libro durante varios días y darme un par de cedés con el audiolibro de "Der kleine Prinz", del que no entendía una de cada dos palabras, decidió, el último día de mi estancia allí, en una librería que caía de camino, mientras íbamos al aeropuerto, comprar la edición en papel y regalármela, para que me fuera más fácil comprender lo que decían. Eso fue en el verano de 2007, en Neckargemünd.

Hoy, casi cinco años después, con no demasiados principitos, ha aparecido otro en el buzón. No lo esperaba aunque fuera yo el que lo buscó y lo pidió en tres librerías de Groningen hace poco más de un mes. No lo había pensado antes de ir -de lo contrario habría intentado programar un viaje a Frisia-, y fue estando allí cuando caí en la cuenta de que el frisio existía. Es decir, fue cuando me dije a mí mismo que por allí cerca se hablaba una lengua poco conocida, a dos horas escasas, y recordé también que, unas tres semanas antes, había encontrado en la biblioteca de la Facultad una gramática básica del Frisio editada en Groningen. Así que me puse (nos pusimos, que arrastré a una amiga conmigo) a buscarlo.

En la primera librería no pensaban que existiera, es decir, que fuera posible encontrarlo. Me dijeron que la editorial que lo había traducido al frisio había cerrado hacía ya algún tiempo, y que no conocían ninguna edición nueva. No creían que hubiera manera de conseguirlo. Lo sentían. 

Con las mismas, me fui a una pequeña librería especializada en libros infantiles un par de calles más allá. Me preguntaron si había pensado ir a Frisia, que estaba a dos horas y era fácil llegar. Me voy mañana, les dije, como excusándome por mi falta de previsión. Sólo pudieron darme el nombre de la edición y de la editorial (De Lytse Prins, Utjowerij), que, como ya sabía, había cerrado. Me recomendaron, como en un momento de lucidez absoluta, ir a la librería Van der Velde, cuyo dueño, o gerente, venía de Frisia, y quizá allí podrían ayudarme. Estaba girando la esquina a la derecha, a unos 300 metros en la misma acera. Un señor con aspecto de asiático afincado en Holanda se ofreció a acompañarnos un poco, iba en la misma dirección. Andaba y al poco se giraba para ver si seguíamos detrás, y en un inglés escueto nos indicó que era donde el cartel rojo en el que leíamos Boekhandel.

Allí volví a la carga con mi inglés tintado de alemán y le di a la dependienta todos los datos que conocía. No sabían si sería posible encontrarlo, tenían libros en frisio, pero ése... Aunque, de todas formas, un compañero suyo -no sé si era el mismo gerente al que se referían en la librería anterior- tenía contactos con librerías y editoriales frisias, pues había trabajado en una, de hecho, en la misma editorial Utjowerij. Vaya casualidad, me dije. No tenían mucha idea de que lo pudieran encontrar pronto, me dijeron que, si sabían algo, me avisarían. Yo estoy aquí hasta mañana. Vaya, qué mala pata. Pero mi amiga vive aquí, está hasta final de curso. Así que, le dio sus datos y le dijeron que la llamarían si sabían algo. Se ve que sí, que supieron algo, que un ejemplar apareció y, desde quién-sabe-dónde, ha ido a parar a Groningen y, de allí, a Salamanca, hoy mismo. Es de pasta dura, rugoso al tacto, de un color entre amarillo y beis. Uno de esos que sólo saben hacer, últimamente, en editoriales pequeñas, de esas que cuidan el libro porque sí.

Con el libro han llegado también postales y algo de chocolate belga, para acabar de endulzar el día. Un día de una semana que se presenta(ba) bastante dura. 


domingo, 4 de marzo de 2012

Para reflexión: Literatura y sociedad democrática

Escribe el recientemente fallecido Miguel García Posada en El vicio crítico verdades como puños. Una de ellas es esta:
"La gran literatura posee un grado de refinamiento que resulta difícilmente compatible con los usos de las grandes masas incorporadas a los hábitos del consumismo. No cabe esperar de los poderes públicos -de los poderes democráticos, quiero decir- especial atención o interés por la literatura. Los votos se consiguen patrocinando grandes competiciones deportivas. Dista de ser inocente que la literatura pierda puntos en los sucesivos programas de instrucción pública. Servir, lo que se dice servir, en el sentido más pragmático de la palabra, no sirve para gran cosa. Tampoco sirve para dominar con soltura el idioma materno, digan lo que digan algunos (ahí es nada: Góngora en una clase de lengua castellana)."
Miguel García Posada 
Sirva pragmáticamente o no lo cierto es que va perdiendo favores la literatura entre el sector político gobernante. Más ahora. No tengo muy claro qué está pasando, por ejemplo, en TVE, que había mejorado, lo sé sin ser prácticamente telespectador, y que ahora, hablo de oídas, pierde programas y demás. ¿Qué pasó con La isla de Viernes en Canal Extremadura? Yo no diría que la literatura, sino el arte y la cultura en general, pero dejemos el texto de García Posada así.

Y en Madrid se presentan otra vez a los JJOO, ¿no?

lunes, 27 de febrero de 2012

Cuando en el mundo es al contrario

Alles in der Welt läuft doch auf eine Lumperey hinaus, und ein Kerl, der um anderer willen, ohne daß es seine eigene Leidenschaft ist, sich um Geld, oder Ehre, oder sonst was, abarbeitet, ist immer ein Thor.
J.W.Goethe, aus Der Leiden des jungen Werthers

Todo en este mundo viene a parar en simple nimiedad y el hombre que por voluntad de otros, sin seguir sus inclinaciones o su propia necesidad, se consume trabajando por el dinero o por los honores, será siempre un loco. 
J.W.Goethe, de Las desventuras del joven Werther                        (Trad. de Manuel José González para Cátedra) 

domingo, 26 de febrero de 2012

Rebatirla

Cuando uno lee o escucha un poema lo adapta a sí mismo, a sus circunstancias, a su vida, hasta que encaja casi a la perfección. Aunque sea en el pasado.

El aire
Por abrazar el aire me he llegado hasta aquí. Solo por dar sentido a una carencia y rebatir la soledad. 
Ángel Campos

 Ahí está todo. Y quizá más.

martes, 14 de febrero de 2012

Pequeño diario de un viajero

Volver a la habitación vacía y desordenada de un invierno frío y seco tras el viaje no reconforta. Deshacer la mochila en la que va sobre la espalda el tiempo desaparecido -y nunca perdido- es reconocer la victoria de la desidia, del cansancio y el pasado. La derrota propia en la lucha por la permanencia.

El avión vuela ya desde el presente a un tiempo incierto: como era el venir, y ya dejó de serlo. No hay vuelta sin ida, pero siempre la ida tiene una vuelta. Siempre. Porque si se abandona, se huye, y la huida no es más un nuevo comienzo, una ruptura total.

La nieve se acumula en los cristales, choca contra ellos y contra ella misma, sobre el suelo, sobre el hielo que inunda los lagos, que da permiso a patinadores para caminar, como Jesús, sobre las aguas. Esta nieve que recibe a los novatos en el país no es siquiera un enemigo de quien la encuentra día tras día al salir a la calle, desde la habitación cálida y acogedora en la que se suceden los sueños, de quien, con los pies desnudos sobre el suelo enmoquetado, la observa al otro lado de su fortaleza con una taza humeante en las manos. Té caliente. La luz es tenue y suficiente. A veces incluso sobra.

Han pasado más de doce horas desde que salí y aún no he alcanzado el destino de esta locura extraña y, quién sabe si, absurda. Sobre los raíles el tren avanza con precisión y sin prisa, casi en silencio en una noche fría, supongo. Avisan por megafonía de que estamos llegando a la estación, fin del destino, creo entender. Gracias por usar el servicio, supongo entre sonidos guturales y curiosamente nasales. Las luces de la ciudad dan por bueno el viaje y, cuando empieza a divisarse el andén, dirijo la mirada en busca de quien espera, entre un abrigo grueso y necesario, una bufanda, gorro y guantes. Ahora sí, éste es el destino: la casualidad y la busca.

Es de noche y aún voy dormido, me cuesta andar. El viaje se hará largo, la estancia breve. No quiero ni pensar en la vuelta.

domingo, 5 de febrero de 2012

A propósito de aquello

Quien acaba de llegar ha hecho un camino, o incluso está en ello, y, puesto que lo importante no es sino el camino, quien debería hablar no es quien está, sino quien llega, quien se inventa, quien adelanta y acelera, quien se equivoca, quien canta a lo que no tiene o ni siquiera existe. Porque quien busca la melodía sabe cuál no es la correcta, y eso ya es algo, es más que nada, mucho más de lo que tiene quien cree tenerla, quien no se atreve con el nuevo sabor.

También en el error está la virtud.

Atrévete a errar.

martes, 24 de enero de 2012

Negación no autoritaria

Me niego a reconocer la autoridad, y las respuestas, de quien, a una pregunta, sólo contesta porque sí o porque no hay otra.

Me niego a la autoridad académica, como si fuera la única, como si la ética no estuviera por encima de los libros que hablan de ella, contra ella. Como si el tiempo no pusiera cada cosa en su sitio, tal vez incorrecto. Seguramente incorrecto. Me niego, no la acepto como superior, no como única, no como verdad universal, occidental, blanca, masculina, heterosexual y académica.

Me niego a renunciar a que la autoridad está en declive, a que su futuro no es más que la dialéctica entre el tú y el yo, entre quien la ejerce y en quien, antes, se ejercía. Me niego a la verdad en la que caben las dudas, en la que una sola pregunta pueda quedarse en porque sí, porque no hay otra.


lunes, 23 de enero de 2012

Leer no es cosa de niños

En el colegio le enseñan a uno a leer, a unir letras para formar sonidos que forman palabras que constituyen el lenguaje. Más adelante esos conocimientos se van poniendo a prueba, las lecturas se van haciendo de más letras y de menos dibujos, de más contenido y lenguaje.

En el instituto, se supone, cada uno es capaz de leer, o sea, pasar del papel a la lengua, y de entender, que está explícito en el primer infinitivo aunque a veces no lo parezca.

En casa uno perfecciona su técnica -su velocidad, su entonación cuando lee en voz alta, si ritmo-, en la comodidad del silencio del hogar, en la de la ropa práctica.

En la Universidad todos somos perfectos leedores, todos entendemos y tenemos una técnica propia definida, al menos por el momento. Aquí estamos todos seguros de que leer es un proceso natural, ya no parece aquella difícil cuestión de unir letras para participar del lenguaje que fue en su día. Pero, aquí también, llega un día en el que lo que lees no es sólo lo que lees, sino que detrás de todo eso hay mucho más, un inabarcable infinito de precisiones que nadie sabrá nunca ver completamente; ni quien lo escribió es consciente de su contenido pleno.

Descubrir que leer es algo que sólo se aprende con el tiempo y las lecturas es darse cuenta de que el mundo nunca va a dejarnos comprenderlo, mucho menos dominarlo. Nunca se termina de aprender a leer, porque nunca se lee todo lo que está escrito.

He descubierto que no sé leer.

sábado, 14 de enero de 2012

Coincidencia (?)

Ayer estuve viendo en la2 el documental "La doctrina del Shock", recomendable para todo aquella persona que no lo haya visto y le interese algo, sólo un poquito, la invasión económica occidental. Y hoy, a contrarreloj, como casi siempre, he empezado con el libro de Edward W. Said Orientalismo. Pues bien, si ayer hablaban de economía tras el 11-S y las implicaciones mundiales que eso conlleva, en el "Prólogo a la nueva edición española", justo al final, Said comenta:
Por encima de todo me parece que la simbiosis entre España y el islam nos proporciona un maravilloso modelo alternativo al crudo reduccionismo de lo que se ha dado en llamar el "choque de civilizaciones", una simplificación de la realidad originada en el mundo universitario norteamericano que sirve a los propósitos de dominación de Estados Unidos como superpotencia tras el 11 de septiembre, pero que no transmite la verdad de cómo las civilizaciones y culturas se solapan, confluyen y se nutren unas con otras.
Edward E. Said
En dos días, dos visiones diferentes de la dominación, cultural y económica, a la que nos quiere someter, o nos somete, Estados Unidos. Vale.