Diario de viaje: Aeropuertos: Frankfurt Airport


En este aeropuerto el silencio es solemne, sólo el aire acondicionado lo rompe, las televisiones, dos por cada puerta de embarque, apenas si se oyen y los viajeros, que a esta hora escasean, se dirigen en silencio a por sus maletas.

Las tiendas ya han cerrado, los trabajadores, cansados, se juntan y se saludan. Todos, casi todos, van a casa mientras el aeropuerto queda vacío pero iluminado, como si la vida siguiera a pesar de los pocos que quedamos aquí.

Junto a la cristalera, en esta especie de cafetería sin camareros y con la máquina de café apagada, se ven cientos de puntos rojos y azules, luces de todas las clases, coches de carga y algún que otro avión que, a estas horas, todavía tiene camino por delante.

A mí me esperan unas pocas horas hasta que llegue el momento de tomar el otro vuelo con destino Berlín, y acercarse hasta Frankfurt en plena noche y sin conocer la ciudad quizá no sea la mejor idea, así que me quedaré en esta silla, acabaré con la batería del portátil, supongo, y con los treinta minutos de internet que me da el aeropuerto de Frankfurt. 

Son casi las once de la noche y el embarque no es hasta las seis de la mañana, algo habrá que hacer, esperar, sí, pero procuraremos que la espera sea, al menos, productiva. Ya se verá.

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