martes, 17 de julio de 2012

Diario de viaje: Leipzig.

Las clases siguen el ritmo normal, en el piso todo va bien y el tiempo sigue siendo completamente alemán, con sus cambios, idas y venidas, pero no podemos hacer nada contra eso.

El sábado tocó Leipzig, una ciudad con gran protagonismo en la presión que ejercía el pueblo de la Alemania oriental sobre su propio gobierno y que terminaría con la caída del muro de Berlín. Le hicimos una visita al Fórum de la Historia (no tengo muy claro cuál es el nombre real, pero es algo así), y fue bastante interesante, visitamos un par de Höfe y pasamos por delante, sin llegar a entrar porque estaba atestada de turistas, de la Auerbachs Keller, allí donde Goethe se dedicaba a beber en lugar de estudiar y donde tiene lugar el famoso encontronazo entre los estudiantes, Fausto y Mefistófeles. Dos estatuas recuerdan la escena.

En el Zeitgeschichtliches Forum hicimos un recorrido guiado por la historia de Alemania desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la instauración de la actual República Federal Alemana. Fue bastante curioso y, aunque el chaval que nos lo iba explicando no contó demasiadas cosas que no hubiéramos visto en clase o que no supiéramos por alguna otra razón, lo cierto es que resultó interesante. El sitio merece la pena ser visitazo y repasarlo con cuidado, leer detenidamente y pararse en las curiosidades que se muestran.

Hay que tener en cuenta que Leipzig ha sido siempre una ciudad comercial muy activa (Goethe escribió de ella que era un pequeño París) y que con la llegada de la DDR (República Democrática de Alemania) se hundió bastante su vida, una vida que ahora intenta recuperarse de nuevo. Es muy activa comercialmente y no paran de construir en ella. Muchos turistas la visitan y atestan las plazas si el tiempo es agradable, y la importancia que tuvo en la DDR le da un plus. La famosa Nikolaikirche (Offen für alle, Abierta para todos), donde tenían lugar las Misas de los Lunes y que se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión impresiona más por su historia reciente que por ella misma. Lo más curioso de todo es que una de sus columnas está fuera, en la plaza, como símbolo de que también los que estaban fuera participaban de lo que se hacía dentro, pues, en las últimas de esas misas, la gente no cabía dentro de la iglesia: toda la oposición estaba allí. Es curioso, no sólo la oposición se oponía, los propios intelectuales de izquierda pedían cambios en el gobierno socialista.

Hablar de la DDR da para muchísimo, incluso para quien sólo la conoce por lo que otros cuentan. Es impresionante cómo, por otra parte, la alumna china (una profesora) que está en clase reconoce muchas cosas de la antigua Alemania oriental en su país natal (está aquí porque ha conseguido una beca, dice, porque si no le habría sido casi imposible conseguir un visado). Ella ha explicado en clase cosas que, dice, en China no contaría por miedo, casi, especialmente sobre la "solución china" para reprimir revueltas estudiantiles de 1989 y que se tomó como una opción en las manifestaciones en Alemania, como la de Leipzig, en la que todo el ejército estaba concentrado en la gran estación central, con un vestíbulo de 270m de largo, preparado para cuando los manifestantes llegaran a ella y que, pocos minutos antes de que éstos llegaran y sin haber recibido órdenes directas de Berlín Oriental, desaparecía sin coincidir con ellos y evitando el enfrentamiento directo.

El domingo, mientras algunos se fueron a visitar Dresden, yo me quedé a descansar, organizar y leer. El lunes fue día de una pequeña jornada de barbacoa vespertina junto al río Elba y de unas cervezas por la noche con la profesora que, dice, pronto nos dejará de hablar de usted, pero que, de momento, ella sigue con los formalismos alemanes.

Mañana vendrá un cantautor, Paul Bartsch, a ver qué tal.


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