martes, 10 de julio de 2012

Diario de Viaje: Wittenberg. Primeros días.


Más o menos sin querer, he empezado una especie de sección en el blog. Como no voy a tener internet en casa estos días y seguramente no pueda escribir demasiado, voy a procurar ir escribiendo por aquí todo lo que vaya sucediendo en esta ciudad y en este país que tenga algo que pueda contarse, así tendré tiempo para que todo el mundo sepa lo que pasa y para tranquilizar un poco a quien pueda estar intranquilo. Me dejaré muchas cosas en el tintero y otra gran parte será poco o nada interesantes, pero bueno, una sección es una sección, y esta, además, va a ser poco meditada, es decir, escribiré y, según salga, así irá.

Diario de viaje: Berlín. Día 2

El avión ha llegado puntual al aeropuerto de Tegel. Después de pasar toda la noche en vela el vuelo ha sido para descansar, o para intentarlo, pues 42 minutos dan poco de sí.

Ya era bastante de día cuando el avión ha despegado, así que hay poco reseñable del vuelo además del pequeño desayuno (dulce y té) que oferta Lufhansa y que se echa mucho de menos en los caros vuelos de Iberia.

Regresar a Berlín es extraño, siempre, por varios motivos, pero esta vez lo ha sido más, porque esta vez volvía para dejar pronto la ciudad. Tenía ya billete de tren comprado, por aquello de las ofertas de internet, y lo tenía para muy tarde, siete horas después de la llegada del avión a Berlín. Aun así, una vez dejada la maleta en consigna (con un pago de cinco euros) me he ido a recorrer Berlín con un tiempo que parecía de otra Alemania, quizá de otro país mucho más al sur.

Tras hacer las visitas de rigor a la Puerta de Brandemburgo, el Reichstag y demás atracciones turísticas, el metro me ha llevado al Tiargarten, donde, en el primer banco libre que he encontrado, he procurado, con gran esfuerzo, no dormirme, pero no ha sido fácil. Así que, al poco rato de estar sentado, cuando un chaval joven ha aparecido con su ordenador y se ha sentado junto a mí, en el mismo banco (se ve que no habría ninguno más libre en todo el parque) he aprovechado que parecía simpático y he decidido dejarme al sueño por algún tiempito. Veinte o veinticinco minutos después, tras reabrir los ojos de un rejuvenecedor sueño pegado a la mochila y con el joven desconocido del Mac como vigilante, he puesto rumbo a Hauptbahnhof, desde donde salía el tren que me ha dejado en Wittenberg.

Lo primero que me ha sorprendido de la ciudad es que ya la conocía. Es decir, no conocerla, pero sí había puesto los pies en la estación la vez que, de camino a Leipzig desde Berlín, tuvimos que hacer trasnbordo allí.

Una vez en Lutherstadt-Wittenberg empiezan las “dificultades”. Bajo la lluvia que asedia la pequeña ciudad, he tardado un rato más largo del deseable en encontrar  la dirección correcta, y una vez que he logrado dar con la calle, para ahondar un poco en la mala suerte, había olvidado el número al que me tenía que dirigir, a lo que tenemos que sumarle que la numeración de las casas en Alemania poco se parece a la española (las aceras no se numeran por pares e impares, sino que en una se empieza con 1, 2, 3, etc. y en la otra se continúa desde el lado opuesto, es decir, podemos tener el 1 frente al 91 y el 2 frente al 90, por ejemplo).

Una vez en el instituto (Leucorea), con todos los papeles firmados, la organización del curso me ha mandado un taxi para que me trajera al piso, más lejos de lo que este pueblo se merece, y donde me he encontrado con mis dos compañeros, un kazajo que habla más bien poco y un sueco de unos sesenta años que está más para allá que para acá: no para de hablar y no escucha a nadie. Es bastante más cansino de que lo que me gustaría, así espero poder soportarlo las próximas tres semanas.

No hay internet en el piso, así que este proyecto de escribir en el blog para contar más o menos todo esto, lo mismo se queda en nada. De momento he decidido que escribiré en casa y lo subiré al día siguiente desde la escuela, pero ya se verá.


Diario de viaje: Presentación. Día 3.

El curso pinta bien. Las clases empiezan todos los días a las nueve de la mañana y tenemos excursión los sábados, el primero a Leipzig y el segundo a Berlín.

El temario se centra, la primera semana, en la historia de la RDA para situarnos un poco en el contexto socio-cultural de la época de la reunificación, luego en la literatura de la unificación y más tarde en la literatura actual. Vendrá un autor a visitarnos y demás y veremos películas sobre esto.

Hay gente de un montón de sitios: dos húngaros, una estadounidense, una moldava, una bielorrusa, una polaca, una checa, un irlandés, un griego, una ucraniana, dos finesas y una china.  

El problema es el horario, eso de comer a las doce sigo sin llevarlo del todo bien y lo de tener clase por la tarde, a la hora de la comida, es muy raro, pero se llevará bien dentro de poco.

Aunque podría escribir algo más sobre la visita a Wittenberg y el primer día con los compañeros, interesa todavía menos que lo que acabo de escribir, así que, ahí queda.

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