jueves, 5 de julio de 2012

Sin vuelta aparente

Hace tiempo -dos, quizá tres meses- que uno viene preparándose para esto: empaquetar y desempaquetar, encajar y desencajar el tiempo y sus consecuencias, todo lo que han ido creando el espacio y las acciones, la amargura y el silencio. Tu silencio.

Desde el principio sabíamos cuál era el final de esta historia, cómo habría de terminar todo si algún día empezaba de verdad, y cuando empezó no pudimos negarlo, no pudimos decirnos que no a nosotros mismos- No quisimos creer nuestra propia verdad, nuestra propia historia.

Ahora ya han pasado tres años, las cajas se van vaciando de ropa y de papeles, y con ellos y las fotos la habitación se llena de recuerdos, de realidades sólo nuestras. Seguramente nunca más compartamos esa vida que nos unió al futuro, y seguramente el futuro no será como lo imaginamos cuando aún no conocíamos el presente, pero será el nuestro. Quizá, quién sabe, los recuerdos se pierdan entre otros muchos en la amarga melancolía de la edad, o tal vez permanezcan cuando hayan pasado tantos años que cada uno conserve uno distinto, pero habrán existido, y eso es lo que importa, que un día estuvieron allí y que pueden seguir estándolo en la memoria.

Dos cajas grandes, una mediana y tres pequeñas, cinco bolsas y un koala es el inventario del despido, del adiós de la ciudad que lo prometía todo y lo dio todo, pero también de la que se quedó con todo. Sin embargo, será un poco menos esa ciudad si no está quien la ha hecho ser la que es para mí, o al menos no toda la gente que la ha hecho ser la mía durante estos tres años.

Me ha prestado a la gente por algún tiempo, pero ahora el tiempo me la quita.

Aún ha pasado poco tiempo y sigo creyendo que, un día de estos, quizá mañana o pasadomañana, iré a la estación de autobuses a coger el bus que me lleve de nuevo allí, a casa, con ellos, con ella, contigo, conmigo. No sé cuánto tiempo tardará esa idea en irse de la cabeza, pero pasadomañana, en realidad, no voy a casa, el destino está mucho más lejos, para que termine de hacerme a la idea, para que termine de comprender que no, que no hay marcha atrás.

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