En la estación de autobuses de Dubrovnik la gente empieza a impacientarse. Nadie sabe nada del autobús que cruzará la frontera y nos llevará a Mostar. Somos unos cuantos los turistas que esperamos noticias, que miramos uno por uno los autobuses que van llegando, para ver si alguno es el nuestro. Pasa el tiempo y nada, seguimos esperando y sentimos que estaremos más tiempo esperando en Dubrovnik de lo que dura el trayecto. Pero tampoco será así. Cuando un autobús blanco para en la dársena en la que esperamos, la gente se alza, muchos estábamos tirados por el suelo, cansados del tiempo y el calor y la sed y el desconocimiento. No hay ni un asiento libre cuando todos los viajeros ocupamos nuestros puestos, preparados para las próximas horas de viaje. Es evidente que no vamos a llegar a las siete y cuarto, porque para eso tendríamos que haber salido hace una hora y no tener retraso en la frontera, pero lo importante es que ya estamos en marcha. El trayecto nos lleva hacia el norte, co...
Nos levantamos y salimos en busca de un sitio en el que comer algo y con intención de dejar nuestras mochilas en la consigna que esperamos encontrar en la estación de trenes. Nos han recomendado el trayecto en tren desde Mostar a Sarajevo, son solamente dos horas y el viaje debe de ser precioso. Ya habíamos reservado los billetes antes de volar aquí, pero no tenemos nada, únicamente un email que dice que pasemos a recoger los billetes por el mostrador antes de que salga el tren. Evidentemente, está únicamente en el idioma del país, que no es que entendamos más allá de unas pocas palabras, pero no hay mucho más que leer en ese email. Hacemos el camino inverso al que hicimos anoche y entramos en una estación enorme para la cantidad de trenes y viajeros que hay. El vacío es prácticamente absoluto y el señor que está detrás del mostrador nos mira extrañado. Nos hacemos entender en inglés y él rebusca entre papeles. Efectivamente, nos da un billete de tren que no entendemos. Parece un ...
Aterrizamos en Dubrovnik por la tarde, cerca de que empiece a anochecer. El aeropuerto es otro completamente distinto desde la última vez que estuve aquí. No es que lo hayan trasladado o reformado o lo que sea que pudieran haber hecho físicamente con él, no. La cuestión es que ahora hay gente, parece un aeropuerto de una ciudad turística de la costa en verano. Parece lo que es, quiero decir. Mi primera impresión es extraña, me lleva a tiempos en los que el covid lo donimaba todo y este aeropuerto estaba vacío, apenas unas pocas personas esperábamos al vuelo Dubrovnik-Zagreb y nada más. Todo estaba cerrado, únicamente un mostrador o dos para ese solitario vuelo y ya. Juraría, aunque no lo recuerdo, que tuve que venir en taxi, pero me extraña haber pagado lo que costaría un taxi en ese momento. No lo sé, sólo recuerdo el vacío, las cientos de sillas esperando ser útiles para los cuerpos cansados de las hordas de turistas de una temporada normal. Recuerdo el silencio. El insop...
Me encantan las sábanas del invierno. Dentro todo está bien.
ResponderEliminarNo conocía yo esta faceta tuya. Cada vez me sorprendes más.
ResponderEliminarUn saludo.
PD) Espero que estés calentito bajo las sábanas.
Espero que las sorpresas sean para bien. Sí, en casa no hace frío, menos bajo las sábanas.
EliminarUn saludo.