martes, 20 de marzo de 2012

Breve historia de la búsqueda de un libro

Todo tiene su historia, unas son más curiosas, más divertidas, más especiales, o lo que sea que otras, eso está claro. Por ejemplo, yo empecé a coleccionar El Principito antes de haberlo leído, siquiera. En Alemania, el primer verano que pasé allí. Por una serie de razones que no recuerdo, la madre de una amiga mía, después de hablarme del libro durante varios días y darme un par de cedés con el audiolibro de "Der kleine Prinz", del que no entendía una de cada dos palabras, decidió, el último día de mi estancia allí, en una librería que caía de camino, mientras íbamos al aeropuerto, comprar la edición en papel y regalármela, para que me fuera más fácil comprender lo que decían. Eso fue en el verano de 2007, en Neckargemünd.

Hoy, casi cinco años después, con no demasiados principitos, ha aparecido otro en el buzón. No lo esperaba aunque fuera yo el que lo buscó y lo pidió en tres librerías de Groningen hace poco más de un mes. No lo había pensado antes de ir -de lo contrario habría intentado programar un viaje a Frisia-, y fue estando allí cuando caí en la cuenta de que el frisio existía. Es decir, fue cuando me dije a mí mismo que por allí cerca se hablaba una lengua poco conocida, a dos horas escasas, y recordé también que, unas tres semanas antes, había encontrado en la biblioteca de la Facultad una gramática básica del Frisio editada en Groningen. Así que me puse (nos pusimos, que arrastré a una amiga conmigo) a buscarlo.

En la primera librería no pensaban que existiera, es decir, que fuera posible encontrarlo. Me dijeron que la editorial que lo había traducido al frisio había cerrado hacía ya algún tiempo, y que no conocían ninguna edición nueva. No creían que hubiera manera de conseguirlo. Lo sentían. 

Con las mismas, me fui a una pequeña librería especializada en libros infantiles un par de calles más allá. Me preguntaron si había pensado ir a Frisia, que estaba a dos horas y era fácil llegar. Me voy mañana, les dije, como excusándome por mi falta de previsión. Sólo pudieron darme el nombre de la edición y de la editorial (De Lytse Prins, Utjowerij), que, como ya sabía, había cerrado. Me recomendaron, como en un momento de lucidez absoluta, ir a la librería Van der Velde, cuyo dueño, o gerente, venía de Frisia, y quizá allí podrían ayudarme. Estaba girando la esquina a la derecha, a unos 300 metros en la misma acera. Un señor con aspecto de asiático afincado en Holanda se ofreció a acompañarnos un poco, iba en la misma dirección. Andaba y al poco se giraba para ver si seguíamos detrás, y en un inglés escueto nos indicó que era donde el cartel rojo en el que leíamos Boekhandel.

Allí volví a la carga con mi inglés tintado de alemán y le di a la dependienta todos los datos que conocía. No sabían si sería posible encontrarlo, tenían libros en frisio, pero ése... Aunque, de todas formas, un compañero suyo -no sé si era el mismo gerente al que se referían en la librería anterior- tenía contactos con librerías y editoriales frisias, pues había trabajado en una, de hecho, en la misma editorial Utjowerij. Vaya casualidad, me dije. No tenían mucha idea de que lo pudieran encontrar pronto, me dijeron que, si sabían algo, me avisarían. Yo estoy aquí hasta mañana. Vaya, qué mala pata. Pero mi amiga vive aquí, está hasta final de curso. Así que, le dio sus datos y le dijeron que la llamarían si sabían algo. Se ve que sí, que supieron algo, que un ejemplar apareció y, desde quién-sabe-dónde, ha ido a parar a Groningen y, de allí, a Salamanca, hoy mismo. Es de pasta dura, rugoso al tacto, de un color entre amarillo y beis. Uno de esos que sólo saben hacer, últimamente, en editoriales pequeñas, de esas que cuidan el libro porque sí.

Con el libro han llegado también postales y algo de chocolate belga, para acabar de endulzar el día. Un día de una semana que se presenta(ba) bastante dura. 


4 comentarios:

  1. ¡Y que haya gente que quiere sustituir el libro de papel por el e-book! Yo también siento esa misma emoción cuando en mi buzón aparecen dos revistas a las que estoy suscrito o si el mensajero trae un paquete con libros...

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    1. No puedo negar el pragmatismo de los e-books: la comodidad en el transporte de bibliotecas enteras y lo baratos que son. Pero si todo fuera sólo pragmatismo...

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  2. Espero que, en ese afán de buscar "Principitos" en lenguas ajenas e incomprensibles, te subas algún día al Norte, a las provincias vascongadas.

    Un abrazo desde la extrañamente soleada Groningen ;)

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    1. Sabes que sí, que subiré, pero creo que esperaré a que te toque pringar y enseñarme el norte.

      ¿Soleada? Como cuando yo estuve, ¿no?:D

      Un abrazo.

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