lunes, 23 de enero de 2012

Leer no es cosa de niños

En el colegio le enseñan a uno a leer, a unir letras para formar sonidos que forman palabras que constituyen el lenguaje. Más adelante esos conocimientos se van poniendo a prueba, las lecturas se van haciendo de más letras y de menos dibujos, de más contenido y lenguaje.

En el instituto, se supone, cada uno es capaz de leer, o sea, pasar del papel a la lengua, y de entender, que está explícito en el primer infinitivo aunque a veces no lo parezca.

En casa uno perfecciona su técnica -su velocidad, su entonación cuando lee en voz alta, si ritmo-, en la comodidad del silencio del hogar, en la de la ropa práctica.

En la Universidad todos somos perfectos leedores, todos entendemos y tenemos una técnica propia definida, al menos por el momento. Aquí estamos todos seguros de que leer es un proceso natural, ya no parece aquella difícil cuestión de unir letras para participar del lenguaje que fue en su día. Pero, aquí también, llega un día en el que lo que lees no es sólo lo que lees, sino que detrás de todo eso hay mucho más, un inabarcable infinito de precisiones que nadie sabrá nunca ver completamente; ni quien lo escribió es consciente de su contenido pleno.

Descubrir que leer es algo que sólo se aprende con el tiempo y las lecturas es darse cuenta de que el mundo nunca va a dejarnos comprenderlo, mucho menos dominarlo. Nunca se termina de aprender a leer, porque nunca se lee todo lo que está escrito.

He descubierto que no sé leer.

1 comentario:

  1. Interesante reflexión, muy interesante. Me has dejado pensativa.

    Un abrazo y suerte con los exámenes!!!

    ResponderEliminar