Ayer estuve en el dermatólogo, un señor de unos cicuentaytantos años, más o menos simpático, encorvado, gordote, con un montón de títulos colgados en la pared, profesor de dermatologogía en la Universidad, dermatólogo en el sistema sanitario público -ambas cosas por la mañana- y con una consulta propia -por la tardes-. ¿Para qué se supone que quiere los cien eurazos que me cobró por quince minutos si no tiene tiempo para gastarlos?
Las madres quieren que los hijos sean médicos por el dinero, ¿no? porque no piensan en sus -¿avaros?- hijos...
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