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Mostrando entradas de marzo, 2016

Soy de trasnochar

Soy de trasnochar, no sé si desde siempre, pero sí desde hace algún tiempo. Supongo que parte de la culpa la tienen las eternas y benditas traducciones, la gramática y los libros que no dejan de querer ofrecerte un par de páginas más. Y así pasa, que cuando se apaga la última luz en el barrio, cuando la calle queda prácticamente a oscuras, mi escritorio sigue iluminado y la cerveza se consume lentamente, bajándome por la garganta, fresca, con el sabor de la realidad y los misterios, arrastrando sus historias y mis miserias y (pocas) virtudes. Soy de trasnochar y en este país eso no está del todo bien visto: los niños están a las nueve de la mañana jugando con sus padres en el parque mientras yo me tambaleo entre las aceras, en busca de un tranvía que me acerque a la vida en sociedad de la que vivo a veces apartado -por noctámbulo-, un tranvía que ponga orden en los horarios y las tareas, que me lleve al trabajo, un trabajo que suelo empezar tarde por el horario que me han dado, como s...