El sol y las historias
A veces sale también el sol en esta ciudad, cuando el viento arrastra las nubes perpetuas hacia un horizonte que parece lejano y no lo es. Por las ventanas se intuyen los rayos de sol hasta bien tarde en la noche, hasta la hora en la que en invierno la ciudad ya casi duerme y sólo unos pocos dejamos la tranquilidad del sueño para más tarde. Amanece en mitad aún de la madrugada y los pájaros nos acercan a la vida cantando más temprano de lo que a mí personalmente me gustaría. A través de los cristales entra hoy el sol y llega a los pies de la cama frente a la que estoy y casi me ilumina las piernas. Tengo la manía de dormir con las cortinas descorridas, las persianas levantadas, de ver el sol desde el primer momento en el que abro los ojos. No suele pasar, bien es cierto, que me despierte y haga sol o no llueva -tengo la sensación de que este último año ha llovido bastante más que el pasado-, pero aun así me gusta que me despierte el sol, me gusta la sensación de despertarme c...