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Mostrando entradas de agosto, 2017

Esta ciudad y los perros

La ciudad no es apta para el verano. Tal vez lo sea para el invierno, pero tampoco lo tengo claro. Los coches han desaparecido, las calles se han llenado de la ausencia que dejan las sombras de las telas que cuelgan entre las fachadas para proporcionar algo de frescor a un ambiente imposible. Los árboles (¿qué árboles?) no quitan el suficiente sol. Qué oscuros los días, escuchaba antes. Qué calor, qué agobio, escucho ahora. Cuánto más prefería la oscuridad y el viento, la lluvia y las nubes, que la desolación del ruido vacío de este verano, de estas casas cerradas, de los aparatos de aire acondicionado, de los coches, las ambulancias y los gritos, no dejan de existir, pero no se los ve, están, lo sé, porque se escuchan, porque se hacen notar, pero sales a la calle y no se dejan ver, se ocultan. Desde donde escribo se escuchan los televisores de los vecinos y, cada poco rato, los ladridos de un perro, incansable en su lucha contra el silencio, contra la contrariedad que parece reinar en...