Historias de mi historia: Cartas inacabadas
Me gusta el contacto real, a pesar de internet, a pesar de lo que facilita las cosas, he preferido, siempre, mandar cartas, quedar, escribir una postal desde un lugar más o menos lejano para dar a entender que, de verdad, tengo presente a alguien. En el verano de 2012, sin embargo, en un tiempo que pasé en Wittenberg, tenía entre manos una carta difícil, la escribía y la reescribía, la leía, la rompía y recuperaba frases. Nunca escribir algo me había costado tanto esfuerzo y tantas dudas. Creo que por cuestiones de tiempo, y creo que nunca terminé de escribir la carta en Wittenberg, creo que me faltaba darle un final solamente, cerrar con unas pocas palabras más, sinceras y concisas, una carta de un par de hojas, difícil de escribir, pero también, seguramente, de digerir. Por cuestiones de cabeza, creo, olvidé la carta allí, lo que llevaba ya escrito, casi todo lo que había que decir, ya por fin bien dicho. Creo, digo, porque no pude encontrar la carta cuando llegué a España...