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Mostrando entradas de abril, 2014

Miles de kilómetros

Que me gusta conducir no es ningún secreto para quienes me conocen. No tengo muy claro por qué. Quiero decir, no sé qué atractivo hay en sentarse frente a un volante de un coche cualquiera, abrocharse el cinturón, quitar el freno de mano con la primera ya metida, pisar el embrague, girar la llave y, cuando el motor ya suena, pisar poco a poco el pedal derecho, el acelerador, y cambiar de marcha cuando el coche lo pida, porque lo pide. No sé qué es, imagino que la sensación del movimiento, saber que llegaré a otro sitio a decenas, cientos de kilómetros de distancia, aunque tras ellos, luego siempre haya que volver a casa, sea donde sea que esté la casa.  Lo importante es llegar, dicen, no lo sé, a mí me excita el hecho de ir, recorrer carreteras que no sabía que existían, parar en ciudades que desconocía, en áreas de servicio en las que una camarera cansada de la vida en la carretera, ni siquiera te mira a la cara, o, al contrario, camareras que te sonríen y alegran esa parte del ca...