Sólo de visita.
Soy alguien de contradicciones. Me gustan. Supongo que porque las tengo y las puedo más o menos comprender y apreciarlas. Una de las mayores contradicciones que vivo es, exactamente, el dónde vivo: odio y adoro a partes iguales el país que me acoge y al que, en parte, me dedico. Soy de los que defiende a Alemania cuando hay que defenderla y la critica cuando hay que criticarla. La veo desde un punto de vista más o menos neutro: sin idealizaciones, sin menosprecios. O al menos eso creo e intento. Una de las cosas que más odio aquí es a la gente, pero no a la gente así en general y ya. No. Odio a la gente en los medios de transporte. A veces pienso que tiene que ver con la actitud individualista de las grandes ciudades; otras veces creo que es por la actitud individualista alemana sin más. El caso es que la actitud de la gente en los medios de transporte me parece maleducada y grosera. Lo normal es que un alemán cualquiera ocupe dos asientos -e...