Maletas, libros y viajes
Lo que peor llevo de hacer maletas para estancias largas es elegir los libros. Uno sabe qué le apetece leer ahora, pero no qué le apetecerá leer cuando llegue el invierno y las noches sean largas y el frío esté tras las paredes de la casa. Es imposible decidir. Cuando viajo a Alemania no tengo demasiados problemas, me llevo lo que me apetece en ese momento y allí ya compraré lo que sea; pero ahora, en Croacia, la cosa cambia. Donde la cosa es, concretamente, el idioma. Hay quien lee con premeditación: tiene un listado de libros que quiere haber leído hasta final de año y eso hace. Yo, en cambio, me lo planteo así y, en lugar de una lista, lo que tengo es una pila. Se supone que cuando termine el que tengo entre manos en cada momento, lo único que tendré que hacer es colocarlo en su sitio en la estantería y empezar el que está arriba del todo del montón, pero ese montón va cambiando de orden y de lugar y, por supuesto, una vez transgredida la ley de la permanencia, ya da igual, no t...