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Mostrando entradas de abril, 2012

Tabúes

Me pregunto cuántas veces habría pedido la ciudadanía alemana, que parece ser la que nos guía por la senda de la recuperación económica en los tiempos que corren, la cabeza de la canciller Angela Merkel o su Bundespräsident si hubieran sido ellos quienes, con como están las cosas , se hubieran ido a cazar elefantes a Botsuana en viaje privado a costa del dinero que ganan de los contribuyentes. Pongo a los alemanes porque parece que son el modelo a seguir en lo económico, pero ¿qué habría pasado si, en lugar del Rey, hubiera sido algún presidente, qué habría hecho la oposición? Pero no, el Rey ha pedido perdón, avergonzado y tímido, como un crío que hace una travesura de la que esperaba que nadie nunca se enterara. Pero se rompió la cadera, lástima que ese "susto" no le vaya a servir para cambiar , y mucho menos para cambiarlo. Y la pregunta es, ¿tendremos que aguantarlo, a él y a su familia, para siempre? En el balcón del piso en el que vivo cuelga una bandera republicana de...

Entre el arte y la osadía(?)

El arte, como forma de conocimiento, es imperfecto, no sigue unas reglas básicas, ni siquiera aquella de la verosimilitud, que decía Aristóteles del drama, o, al menos, no tiene por qué seguirlas. Es una forma de conocimiento, por lo tanto, que no es tal, que da a conocer verdades no absolutas y, de este modo, no son verdades, pero tampoco son mentiras. Como forma de creación, el arte busca la perfección, lo sublime, en el campo que sea, la más perfecta descripción de la belleza o de la destrucción, da igual: la perfección: perfecto, de perficio  ( perfeci, perfectum ; per  +  facio ), llevar a término una acción, acabar. Así, la perfección es la cualidad de lo que está completamente terminado, y, el arte, como tal, como búsqueda, no puede, por definición (la definición de búsqueda es eso, búsqueda, no encuentro) ser perfecto, pero se le acerca a la idea que el autor de la obra que sea tiene de la perfección. O eso es lo que nos han vendido . Si el arte no fuera la búsque...

Sombras en Madrid

La noche cae sobre Lavapiés y el barrio no pierde su fuerza. Hace calor y en la calle, a la salida del teatro Valle-Inclán, un centenar de personas toma el aire como si el mundo estuviera paralizado. Debe de haber, en la misma plaza, al menos cuarenta nacionalidades diferentes, personas de toda raza y preferencia bajo las mismas luces. En las ventanas, la gente asomada para ver el espectáculo de la vida en comunión, con un aura de humildad y lógica. Al fondo de la plaza, en una esquina, una luz se enciende y unas cortinas se mueven un poco. Una sombra parece desvestirse y vestirse de nuevo, pero sólo eso, una sombra que se pone y se quita la ropa tras una cortina. La luz se apaga y pocos segundos después vuelve a encenderse. La misma sombra cruza la habitación, no sabemos si la misma persona. Unas pocas calles más arriba, entre las sábanas de algún cuarto desgastado, el mundo desaparecerá, y quedarán también otras sombras, mientras en la calle continuará el ruido de la gente en los ban...