Entradas

Mostrando entradas de junio, 2014

Poesía, poetas, un poema y el mar.

Vuelvo cada cierto tiempo a la poesía, siempre en busca de algo, a veces de consuelo, otras de ideas, de incertidumbres o certezas. Vuelvo, eso sí, casi siempre a los mismos poetas, sin arriesgarme demasiado a entrar en lo desconocido. Y es que, desde hace un par de años, me enfrento a ella con escepticismo. Son siempre poetas en español. En alemán nunca he conseguido descifrar, al menos no todavía, los secretos de los poemas, no de los que me he propuesto, sólo vagamente a poetas relativamente sencillos. Me hablaron ayer, sin embargo, de poesía, de poetas, de uno en concreto, o mejor, me mostraron ayer poesía ( ...from your lips and your hands. ). Gracias. Con esto, o sea, por este impulso, me he visto hoy en la necesidad de volver a los libros de poesía, los pocos que me quedan en Salamanca y buscar en ellos algo que guiara el estado de ánimo, los sentimientos, los calmara o, quizá, los ordenara. He vuelto, como hago a veces, a La ciudad blanca , al mar de Lisboa y a un mar cualquier...

Cambiar de ciudad, cambiar de vida

En cierto sentido uno no elige, muchas veces, lo que hace o deja de hacer. Las cosas vienen dadas, impuestas o aceptadas, sin muchas dudas o preguntas, las decisiones se toman por inercia, a veces, porque alguien ha demostrado, inculcado, hecho o deshecho cualquier tipo de cosa, espectáculo o favor que nos hace cambiar, de repente, la forma de ver algo, de entender algo, de pensar algo.  Yo estoy donde estoy por muchas razones. Primero quise ser traductor, hablar mil idiomas y ser capaz de transmitir el conocimiento de unas lenguas a otras. Luego supe -o más bien me hicieron saber- que eso no era lo que realmente quería, que lo que quería era dar clase, ser profesor y ser filólogo. Decidir qué filología no fue tarea fácil, si hubiera sido por seguir el ejemplo de quienes me mostraron las virtudes de estos estudios, sería clasicista o hispanista, sin ninguna duda. Supongo que fue por esa disyuntiva, por no saber cuál de los dos mejores caminos elegir, que elegí la tercera vía, la pr...

Diarios y desganas

Hace unos años, en Alemania, en Heidelberg, en verano, me compré una libreta, bien sobria y bien cara, para escribir en ella de todo y más: anotaciones, direcciones, números de teléfono, anécdotas, poemas, etc. Todo lo que me fuera necesario en algún momento, porque sí, por recordar, por un viaje inesperado. Lo que fuera. En un principio pensaba terminarla en un año, como mucho, y ya va camino de cumplir el tercero si nada lo remedia. Está más bien estropeada, no porque yo la haya tratado mal, sino porque ha venido conmigo a todas partes desde que la tengo. Solía -ya no tanto y no sé porqué- llevarla en el bolsillo, en la mochila o donde fuera, por si tenía que anotar algo, pegar algo o guardar algo. Una de esas veces que la llevaba conmigo me cayó encima el mayor chaparrón de mi vida. No exagero. Tardé cinco minutos en llegar de mi casa a la parada del metro, en Bonn. Cogí el metro para dos paradas nada más, pero desde mi casa a la parada se puso a llover como si se acabara el mundo. ...