Berlín es un homenaje al pasado
Cuando murió el abuelo L. yo estaba en Alemania, lejos de casa, como en tantas otras ocasiones. Al principio creí que lo más importante era estar con la familia, superar juntos el luto, estar allí con todos, con mi padre. Busqué billetes que no podía pagar y me sentí vacío, inútil. Luego entendí que realmente lo que tenía era miedo de estar solo y me vine a Berlín a casa de quien no tenía necesidad de acogerme, pero lo hizo. Ahora, también en Berlín, me llega la noticia de que es mi abuela A. quien ocupa una cama en el hospital y, aunque está medianamente bien, no puedo evitar pensar una y otra vez en esta ciudad como ese espacio de lejanía que, por un lado, te roba vida y, por otro, te arranca los miedos. Nunca me he sentido completamente solo en Berlín, nunca abandonado -tal vez sea esa la palabra-, siempre he estado acompañado de alguien, de sus recuerdos. Es irremediable que venga a esta ciudad en la que todo fue y piense en quienes ya no están ni aquí ni allí. De algún m...