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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Memoria y futuro

La memoria de uno es selectiva. O quizá ni eso. Es capaz de recordar, o de recrear, y eso ya no sé si sería memoria, sensaciones que tuvo con libros, clases, profesores, encuentros... pero no de unir nombres de autores, títulos, frases, ropa o siquiera caras. Por eso mismo suelo apuntar frases y autores y títulos y pequeños detalles que luego no recordaría y que, a no ser que los anote con mucha precisión, luego no sé ni a qué corresponden ni para qué los copié. Caos. Pero no por eso uno olvida, es decir, no por eso uno no sabe por qué hace tal o cuál cosa más o menos trascendente en la vida. Uno sabe por qué dejó de querer dedicarse a la traducción, o mejor dicho de querer estudiar traducción, para dedicarse a la literatura, a su docencia. Mucho tienen que ver las clases de bachillerato en eso, los autores desconocidos hasta entonces (aún recuerdo cómo conocí a Ángel González: acababa de morir esa misma noche, y "se suspendió" la clase para leer sus poemas: "Ni Dios es ...

Esto ya es Extremadura

Hace poco menos de una semana que llegué a casa, al calor sofocante de primeros de septiembre en la dura y vasta Extremadura, en la eternidad extremeña. No es que aquí se viva bien o se viva mal, no es que en los pueblos uno se encuentre con su yo, descubra las posibilidades que se tienen en el caos de las relaciones personales, en las carreras en los metros, en los coches caros y los autobuses atestados de quienes se levantan temprano para ir a trabajar. No, no es nada de eso. La vida aquí es sencillamente diferente, las preocupaciones  no tienen apenas espacio en la extensión, y el paisaje inabarcable e inacabable nos muestra la realidad de un mundo que no queremos ver y que evitamos, que transformamos en idilio irreal porque no somos capaces de aceptar la belleza que no creamos, la que, sin más, existe. Vuelven los atardeceres rosa del verano al camino, y vuelve el calor insoportable, como vienen y se van, cada año, las cigüeñas, y vuelven los que nunca se han ido. Recordaba hac...

De Andalucía a Mannheim

La vida está hecha de casualidades, de ir y venir, de trenes con retraso, de maletas perdidas y esperas, de pasos en calles en momentos concretos, ni un segundo más ni un segundo menos, de platos de salmorejo con tomates de tiendas sin tendero, de karaokes. Y por casualidades conoce uno a gente que demuestra que la realidad no tiene límites ("Resulta bochornoso que la realidad no imponga límites", comenta Marías en Los enamoramientos ), que hay quien (sobre)vive en ciudades desconocidas, con idiomas desconocidos, y que encuentra trabajo, y tiene suerte y tuvo un pasado, y tendrá un futuro. Uno no sabe ya, parece ser, demostrar en público sentimientos, ni tan siquiera sensaciones, sólo sabe reconocer que lo siente con líneas como éstas. Cuando escucha abre bien los oídos, sin contestar una palabra -por incapacidad, por falta de necesidad-, sin sorprenderse por nada aparentemente, y sintiendo por dentro la valentía de quien narra, sufriendo con él, alegrándose por él. En Mannhe...