La memoria de uno es selectiva. O quizá ni eso. Es capaz de recordar, o de recrear, y eso ya no sé si sería memoria, sensaciones que tuvo con libros, clases, profesores, encuentros... pero no de unir nombres de autores, títulos, frases, ropa o siquiera caras. Por eso mismo suelo apuntar frases y autores y títulos y pequeños detalles que luego no recordaría y que, a no ser que los anote con mucha precisión, luego no sé ni a qué corresponden ni para qué los copié. Caos.
Pero no por eso uno olvida, es decir, no por eso uno no sabe por qué hace tal o cuál cosa más o menos trascendente en la vida. Uno sabe por qué dejó de querer dedicarse a la traducción, o mejor dicho de querer estudiar traducción, para dedicarse a la literatura, a su docencia. Mucho tienen que ver las clases de bachillerato en eso, los autores desconocidos hasta entonces (aún recuerdo cómo conocí a Ángel González: acababa de morir esa misma noche, y "se suspendió" la clase para leer sus poemas: "Ni Dios es capaz de hacer el Universo en siete días./No descansó el séptimo día./Al séptimo día se cansó.") y la pedagogía, más de inmersión que de agarra-lo-que-puedas.
Ahora, dos años después de haber terminado con todo lo "inservible" para dedicarse a lo "decisivo", uno tiene la sensación de que la literatura falta, de que seis asignaturas de literatura obligatorias para toda la carrera es demasiado poco -eso lo pensamos aquéllos a los que nos gusta, claro, y por supuesto no los señores de la ANECA, pero ése es otro tema-, y si a eso le sumamos que el alemán quita tiempo -leer en alemán, escribir en alemán, estudiar alemán, en general...-, uno quiere obligarse a trabajar más en la literatura, y a que alguien le enseñe algo más. Así que, siguiendo el instinto y lo aprendido en el pasado, quizá por melancolía y por ganas de futuro, uno se tira a la piscina, de cabeza y sabiendo nadar sólo en versión perrito, pero la necesidad del tiempo llama, y es ahora o nunca: el plan de estudios se extingue. Última llamada, sonaría en los aeropuertos, para los estudiantes de la Licenciatura en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Veremos si podemos volar, y hasta dónde llega el viaje.
¿Vas a hacer la licenciatura de Teoría? Genial, si es así :)
ResponderEliminarMe alegra que desde aquel (infausto) día, leas a Ángel González. Yo lo leo desde antes y no he dejado de releerlo.
ResponderEliminarUn abrazo churretín.
PD) Por cierto, tengo un blog variopinto. Por si quieres darte un paseo:
www.ppk-palabrasobrepalabra.blogspot.com
Seguro que el nombre del blog te suena.