lunes, 12 de septiembre de 2011

Esto ya es Extremadura

Hace poco menos de una semana que llegué a casa, al calor sofocante de primeros de septiembre en la dura y vasta Extremadura, en la eternidad extremeña. No es que aquí se viva bien o se viva mal, no es que en los pueblos uno se encuentre con su yo, descubra las posibilidades que se tienen en el caos de las relaciones personales, en las carreras en los metros, en los coches caros y los autobuses atestados de quienes se levantan temprano para ir a trabajar. No, no es nada de eso. La vida aquí es sencillamente diferente, las preocupaciones  no tienen apenas espacio en la extensión, y el paisaje inabarcable e inacabable nos muestra la realidad de un mundo que no queremos ver y que evitamos, que transformamos en idilio irreal porque no somos capaces de aceptar la belleza que no creamos, la que, sin más, existe.

Vuelven los atardeceres rosa del verano al camino, y vuelve el calor insoportable, como vienen y se van, cada año, las cigüeñas, y vuelven los que nunca se han ido.

Recordaba hace poco, y me puse a buscarlo, con motivo del día de Extremadura, un pequeño texto de Javier Cercas:
Extremadura es para mí el olor feliz de la infancia, la limpieza inconfundible de una forma de hablar que me perteneció y que, de algún modo, todavía me pertenece, el susurro perdurable de una legión de antepasados que sobreviven en mí, la hospitalidad antigua de la gente, el color de los atardeceres inacabables del verano, el recuerdo imposible de una patria perdida. Extremadura es para mí el mundo. 
Uno regresa a casa porque le gusta sentir que vuelve, le gusta sentirse aquí, y le gusta saberse de aquí, aunque odie el calor intrínseco, aunque cada vez lo piensen más lejos.

2 comentarios:

  1. Hola M.A Ruiz

    Como los olores que mana la casa, ciudad o pueblo de la infancia no hay nada. Que contradictorio es cuando en epoca de juventud creemos que lo mejor es crecer para irse lejos, tan lejos para no volver y cuando estás lo suficientemente lejos solo haces que recordar.

    Mi beso para ti desde el otro lado de la oscuridad.

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  2. Tienes toda la razón Eva. Buscamos la felicidad fuera y con el tiempo nos damos cuenta que realmente lo que nos hace feliz ya lo teníamos.

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