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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Hong Kong IV: Lantau II

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Desde la estación de autobuses que se encuentra a los pies del Gran Buda luchamos contra el sol y la falta de indicaciones para tomar un autobús que nos llevara hasta Tai O, un pequeño pueblo de pescadores al suroeste de la isla. La carretera para llegar hasta allí está rodeada por todas partes de árboles y, cada ciertos metros, una vaca aparece en el camino para retrasar el viaje. Al llegar, el mar. Una calle comercial recorre gran parte del pueblo, con pescados secos por todas partes, pequeños restaurantes para comer noodles o arroz, todo agolpado en la estrechez de la calle, de no más de dos metros de ancho. Dimos un pequeño paseo por el pueblo y volvimos al muelle, donde pequeñas barcazas de pescadores atracadas cerca de la orilla se mecen con las olas y el viento frente a casas sostenidas en pilares sobre el propio mar.   Pienso ahora en aquel día y en el actual. En estos momentos los pescadores estarán faenando o empezando a ello, mientras que aquel día las barcaza...

Hong Kong III: Lantau I

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Hong Kong suena a London Grammar. Supongo que nunca seré capaz de dejar de relacionar este grupo con esta ciudad. Y no es que tengan nada que ver aparentemente, pero en casa de L. suena a todas horas, me atrae la música hacia otros espacios que ya no están. La mañana que nos acercamos a Lantau, sonaba London Grammar y, ahora, a diez mil kilómetros de distancia, lo escucho para evocar el recuerdo.  Tras desplazarnos hasta la isla y llegar a la estación de metro de Tung Chung, para a comer algo y, como cada media hora, a por una botella de agua del 7eleven, nos pusimos a la cola para llegar en teleférico hasta el Gran Buda, que corona uno de los altos de la isla. El viaje en teleférico no dura más de quince minutos y ofrece unas vistas espectaculares de la isla y del aeropuerto. Asombrosamente verde, Lantau es un paraíso natural comparado con la isla de Hong Kong o Kowloon. Es impresionante lo verde que puede ser Hong Kong, sobre todo si lo que esperamos encontrar no son más que...

Hong Kong II: Chi Lin y Wong Tai Sin

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Hong Kong no es realmente China, o, al menos, no la China que pensamos desde aquí. Es una ciudad activa, cargada de vida y movimiento, gente elegante, guapa y deportista que presume de su aspecto, que es un producto. Prácticamente en cada esquina aparece un Starbucks, enfrente de carteles que incitan a un consumo desmesurado e innecesario, moda en todos los rincones, relojes caros y coches de lujo. Junto a esto, es también una vida humilde de la gente que se ha visto sobrepasada por el exterior. Hong Kong está cargado de lujosos restaurantes occidentales en los que puedes pagar veinticinco euros por una hamburguesa, pero también de restaurantes humildes y acogedores en los que unos noodles, algo de dim sum y su correspondiente té o agua caliente no cuesten más de seis euros. Hong Kong es contraste. Entre todo el barullo de la ciudad, entre el ruido, los coches, las prisas y la gente que corre teléfono en mano, hay un lugar paradisíaco en pleno corazón de la isla de Hong Kong. Dirí...