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Mostrando entradas de mayo, 2011

Un poema de Ángel González (y su encuentro)

Desobedeciendo al tiempo y a las prisas, no he agarrado Padres e hijos  para leerlo, sino para meterlo y sacarlo de la mochila una y otra vez a lo largo del día. Lo que sí he cogido para leer es Palabra sobre palabra , y eso ya lo he hecho una y cientos de veces, pero como lo leo sin prisa y sin agobios, y lo leo según lo abro, porque siempre me parece que nunca voy a llegar al final leyendo metódicamente, lo he abierto esta vez por un poema que me ha parecido maravilloso, así, sin más, un descubrimiento que realmente no lo es, porque, creo, ya pensaba lo que dice el texto, pero claro, de pensarlo inconscientemente, como se piensa todo en mi materia gris, es decir, sin saberlo y sin darme cuenta de que no lo sé, y sólo gracias al texto uno lo descubre y no puede criticarlo porque lo comparte, a escribirlo, como sí lo hace la materia gris del gran poeta ovetense, no es que haya un gran paso, no, es que hay toda una galaxia de pasos no encontrados. También un nombre puede modificar u...

"La voz del pueblo no puede ser ilegal", en Salamanca con Barcelona.

Salamanca aún está temblando. Por sus calles, cientos, diría que un par de miles, de personas han mostrado su indignación hacia el sistema, hacia el paro, hacia la educación, la guerra, la precariedad laboral y, seguramente sobre todo, la actuación de los mossos d'esquadra hace dos días en Barcelona, además de un seguro y largo etcétera. La manifestación ha comenzado en la Plaza Mayor a las seis de la tarde, y yo, en mi tarea de buscapiso de hoy, pensaba que me la iba a perder, pero no. Justo cuando estaba en la Plaza de la Libertad, una marea de personas arrastraba a su paso la mala fe de quienes no creían en el movimiento, ni en los jóvenes, ni en la sociedad de este país en crisis. He querido esperar, ver hasta dónde podía moverse la gente, por fin, en Salamanca, pero no me he quedado hasta el final de la ola. Un ataúd en el que se leía "democracia", tambores para animar el ambiente y que las consignas no decayeran, y carteles, pancartas, como aquél que decía "La...

La indignación y Kafka

Como en las historias de Kafka, quien sufre el castigo es el menos culpable de todos. Pero contrariamente a Kafka, Josef K. por fin, se rebela, no acepta que lo juzguen por algo que no ha hecho; no acepta la culpa ni la degradación del exilio Gregor Samsa. Los ciudadanos españoles han salido a la calle, aunque parezca mentira. No sé si esto puede considerarse un cambio, pero al menos es un intento. Lo que es seguro es que el mensaje de Hessel ha llegado, y bien unido al de Sampedro : se ha perdido el miedo a indignarse. Esperemos que sea verdad. Mañana veremos la repercusión en los medios, pero de momento no parece que vaya a ir demasiado lejos, el FMI parece más importante que las movilizaciones en toda España: se nota quién maneja el cotarro.

Más proyectos no míos

Hace poco di cuenta aquí de cómo un sueño se cumplía: Las pajaritas volaban a Barcelona sin escala. Ahora, otro proyecto de la misma cabecita pensante busca volar más lejos, mucho más, y como ya hemos visto que se tiene merecidas las ganancias, le daremos "publicidad" . Bendita ironía.

Sobre los sueños

Er sagt: "Meine Frau ist eine Träumerin". Wenn träumen heißt, das sein wollen, was man ist, dann will ich eine Träumerin sein.  Die linkshändige Frau, de Peter Handke Soñar ser, ser lo soñado o soñar siendo. Cuando los sueños no son más que realidades necesarias, entonces no hay más remedio. Traducción: Él dice: "Mi mujer es una soñadora". Si soñar quiere decir querer ser lo que una es, entonces quiero ser ser una soñadora.

Enfoque en breve II

En un café abarrotado, con las manos agarradas con fuerza a la taza, se derrumba el día.

Plasencia en los buzones

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Este descuido repentino del blog ni siquiera sé a qué se debe. Seguramente a la falta de complicidad con las ideas. Seguramente. Pero he de romper, por fin, el silencio autoimpuesto, porque mi buzón así lo quiere. En las últimas dos semanas ha recibido bastantes cartas -muchas de ellas eran para otros, pero debe de ser que el cartero no sabe mirar los números de las casas, no lo entiendo-, pero dos eran para mí. La primera la recibí en Zafra, justo cuando salía camino de la estación para volver a Salamanca, era una carta sin remite, escrita con letra cuidada y clara. Ya al abrirla se tocaba -y se veía-, sin leer más, quién firmaba. Me sorprendió, porque no se esperan cartas de gente con la que no se tiene contacto reciente. Y era una carta de tres páginas, íntima, personal e intransferible. Propia. De esas que ya no se llevan, pero que traen recuerdos y sensaciones varias. Ríos, sonidos. Pasados en lucha, presentes difusos. La segunda ya la recibí en Salamanca, era un sobre extraño -ni...