domingo, 29 de mayo de 2011

"La voz del pueblo no puede ser ilegal", en Salamanca con Barcelona.

Salamanca aún está temblando. Por sus calles, cientos, diría que un par de miles, de personas han mostrado su indignación hacia el sistema, hacia el paro, hacia la educación, la guerra, la precariedad laboral y, seguramente sobre todo, la actuación de los mossos d'esquadra hace dos días en Barcelona, además de un seguro y largo etcétera.

La manifestación ha comenzado en la Plaza Mayor a las seis de la tarde, y yo, en mi tarea de buscapiso de hoy, pensaba que me la iba a perder, pero no. Justo cuando estaba en la Plaza de la Libertad, una marea de personas arrastraba a su paso la mala fe de quienes no creían en el movimiento, ni en los jóvenes, ni en la sociedad de este país en crisis. He querido esperar, ver hasta dónde podía moverse la gente, por fin, en Salamanca, pero no me he quedado hasta el final de la ola. Un ataúd en el que se leía "democracia", tambores para animar el ambiente y que las consignas no decayeran, y carteles, pancartas, como aquél que decía "La voz del pueblo no puede ser ilegal". Para algunos se ve que sí.

La manifestación ha avanzado a paso lento hasta la Subdelegación del Gobierno, en la Gran Vía, y luego, desde allí, ha vuelto a la Plaza Mayor que, ahora puedo asegurarlo, estaba completamente llena de gente, ya fuera sentada en el suelo, de pie, huyendo del sol, intentando oír lo que decía quien, a través, del megáfono, leía lo que leyera, o reclamaba lo que reclamara en cada momento, o, también los había, impasibles en las terrazas de los bares. A estos últimos se les ha gritado con fuerza aquello de "no nos mires, únete".

Desde el "no nos representan" hasta "Barcelona no está sola", los cánticos de los que nos reuníamos allí para pedir más libertades, un sistema más justo, una sanidad o una educación mejores, y demás exigencias necesarias que se les hace a los gobernantes desde aquí, todos, se coreaban al unísono, o más o menos, y con las ganas y las fuerzas de quien se sabe ostentador de un poder que le pertenece y que no piensa dejar escapar, otra vez, a las manos de políticos corruptos ni banqueros especuladores.

Salamanca ha despertado, como otras muchas ciudades españolas, por fin, y ha despertado indignada y, según rezaba también algún cartel, queda prohibido volver a dormirse.

Al final, en la plaza, en el turno de palabra abierto, una chica ha leído:

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti

Nos quedan muchas cosas por probar, importantes además, pero hemos cogido la cuchara y estamos dispuestos a saborearlo todo con delicadeza.

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