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Mostrando entradas de octubre, 2020

Croacia V: Pula y los tiempos

Pula es agradable, como dice Jagoda Marini ć , en Istria el tiempo pasa más despacio, con su ritmo natural y su temperamento en el que nada hay que tomárselo demasiado en serio, porque todo es un juego de disfraces un teatro frente al mar, como si contantemente se representara Esperando a Godot . Incluso en la capital es así. Ayer, al pagar la entrada del anfiteatro, me devolvieron un billete de diez kunas. Mi sorpresa fue máxima, se me debió de notar incluso con la mascarilla puesta. Hasta entonces no había sido consciente de que en el reverso de esos billetes aparecía el Anfiteatro de Pula, así que ver la imagen en el billete fue casi como ver un billete de monopoly. Al principio, creo, se me pasó por la cabeza la absurda idea de que me estaban dando un billete falso, luego pensé que era la entrada, pero no, era el cambio. La entrada no era más que un ticket cutre, de esos que pierden la tinta con el paso de los días. En fin. La ilusión, ya digo, fue ver la imagen del lugar en el q...

Croacia IV: Pula, ciudad romana

Al llegar a Pula la ciudad no parece demasiado especial, pero en cuanto la ruta se encamina hacia el centro, el anfitetatro se alza majestuoso y la percepción de la ciudad varía. Es la capital de la región de Istria y no esconde su pasado romano ni su influencia italiana actual. En la fachada del ayuntamiento, de hecho, ondea la bandera de Italia, imagino que por la importante población italiana que habita en la ciudad. Incluso los nombres de las calles y la mayoría de los carteles que anuncian algún organismo estatal o regional se encuentran tanto en croata como en italiano. Las pizzerías abundan y, de alguna manera, para quienes no conocemos la península Itálica, esta ciudad nos hace pensar en la Toscana, con algunas de esas casas de colores o de piedra, con contraventanas de madera… Desde dentro del anfiteatro no puedo dejar de pensar en Mérida, también capital, con una población más o menos similar y un pasado romano del que ambas ciudades se sienten orgullosas. Aquí, sin embar...

Croacia III: estampa de un primer paseo

Sólo un día he recorrido las calles de Zagreb como me gusta hacerlo en las ciudades en las que termino viviendo: sin rumbo fijo, sin prisa, sin tiempo límite. Antes del virus, cuando llegaba a cualquier ciudad, paseaba hasta aburrirme y me sentaba en una cafetería, tomaba notas o trabajaba un poco. Luego continuaba hasta que llegara la hora de comer y me sentaba en el primer sitio que me apeteciera para volver poco después a emprender la ruta entre calles y edificios desconocidos, completando un nuevo imaginario de calles, casas, señales…   Llevo, sin embargo, algo más de una semana encerrado en casa, en cuarentena preventiva – retroactiva y responsable – por contacto directo con diagnosticados de covid. Ya falta menos para salir a la calle, pero aún no es el momento. Sin síntomas ni prueba, la soledad de la habitación se hace, a veces, un poco desesperante. Pero se sobrevive, ya sabemos. Yo lo estoy haciendo a base de tés e infusiones: té de hierbas y mate, manzanilla, hierbas d...

Croacia II: una mesa

Nunca me ha gustado comer y trabajar en el mismo sitio, ni dormir y trabajar en el mismo sitio. Cuando vivía en Bremen, el escritorio en el que trabajaba, preparaba y corregía exámenes, leía y escribía los trabajos para la carrera eterna que por fin terminé, era también la mesa en la que comía las tristes comidas a la plancha o lo que traía de algún puesto de comida de la calle. Era, además, mi mesita de noche, donde dejaba las gafas antes de irme a dormir, donde apoyaba el libro que hojeaba por las noches hasta que me entraba el sueño, donde dejaba el teléfono que usaba, además, como despertador. Era la mesa multiusos. A veces no queda más remedio que adaptarse a las circunstancias. Al principio busqué otros pisos, otros lugares en los que tener refugio. Más adelante me cansé de buscar e hice de aquel hueco bajo tierra mi hogar transitorio. Porque sabía que sería transitorio, claro está. Hasta estos días no se me ha presentado la temible idea en la cabeza de cocinar y trabajar en la...

Croacia I: una habitación en Zagreb

E n mi reciente habitación viven arañas. Llevan aquí más tiempo que yo, con sus casas colgantes y sus despensas llenas. Alguna vez aparece algún cadáver de un insecto incauto, sorprendido tal vez en el vuelo y atrapado entre los finos hilos de las habitantes primigenias. Cuando abro las ventanas, aún caluroso el tiempo, y se cuelan mosquitos, moscas, avispas o algún ser gris parecido a una hoja – da rabia desconocer los nombres –, siento que empezarán las arañas a moverse y a tejer para cazar al intruso, para dejarlo suspendido a la espera de la cena. Sin embargo, las observo y ahí siguen, apenas sin moverse. Sólo una he visto correr despavorida. Incauta, ha bajado al suelo y ha aterrizado en la cama mientras yo la sacudía en la mañana. Ha perecido de un golpe distraído pero certero. Ahora temo la rebelión de las demás; pero ellas siguen a lo suyo, en su quietud constante, en su descanso colgante. En mi reciente habitación, también, se escucha la lluvia caer como si se acercara el fi...