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Mostrando entradas de 2021

Bulgaria II: Tres lecciones

Bulgaria me está dando lecciones muy intensas en bastante poco tiempo. Lo primero que se aprende al llegar es que hay que mirar bien al suelo, porque caminar por estas calles no es siempre sencillo: un ojo al suelo y otro al frente para evitar el tropiezo. Esa lección tendría que haberla traído aprendida de casa. Deberíamos traerla aprendida todos, de hecho: es imposible avanzar si no se mira bien el terreno, si no se sabe dónde se está y cómo se está, si no se calcula la distancia necesaria entre un pie y el otro, si no se aprecia el socavón en la tierra por la que nos movemos. Ir como pollo sin cabeza no siempre es buena técnica, y no es lo mismo que improvisar. La segunda lección imprescindible en este país es que no hay que hablar con la cabeza ni hacerles caso a las cabezas de la gente. Físicamente, quiero decir. Al pedir agua en un restaurante, por ejemplo, el camarero puede mover la cabeza con un gesto que puede parecernos de resignación, casi de desagrado. En cambio, ése será...

Bulgaria I: Dos meses después

Están a punto de cumplirse dos meses desde que llegué a Bulgaria y aún no termino de acostumbrarme. Dicen que los comienzos son duros, pero diría que para mí está siendo más duro afrontar finales. Cuando me vine aquí ya sabía que no era el mejor momento, que tal vez no era lo que necesitaba, pero no podía dejar pasar la oportunidad. Ahora que van pasando los días y va acercándose el invierno veo claramente que no es el mejor momento para estar aquí. Personal y profesionalmente es difícil hacerse un hueco en un ambiente completamente nuevo sin haber podido cerrar con lo anterior. Antes de venir hablé con distintas personas sobre mis dudas, mis miedos, mis inseguridades… muchas me dijeron que adelante, que no pensara en las dificultades, que todo iría bien. Es cierto que al final todo va bien, claro. La vida se basa un poco en eso. Hubo quienes me miraron a los ojos y me hicieron cuestionarme si era realmente el momento ideal. Lo cierto es que seguramente no lo fuera ya entonces. Des...

Estar parado

Desde que volví de Croacia apenas he sido capaz de escribir unas pocas líneas de algo que no sea la tesis que lleva viviendo conmigo ya más de cuatro años. No es una sensación nueva la de no tener nada que decir, aunque eso siempre sea mentira. A veces parece que el silencio es la única manera que se tiene de contar todo lo que sucede cuando lo que sucede no es movimiento. Reflexión, calma, introspección. A veces es simplemente la respuesta al hecho de encontrarse perdido entre todas las posibilidades. Falta menos de un mes para que se me termine el contrato en la Universidad de Sevilla, a partir de ahí, vuelta de nuevo a empezar, sin saber dónde, sin saber tal vez por qué. Para entonces aún no habré terminado de corregir Espacio e identidades transculturales en la narrativa actual en lengua alemana , pero no debería faltar mucho. Es la primera vez que escribo el título del trabajo de manera pública, para que se quede en internet. Ni siquiera tengo decidido el subtítulo, y eso ahora ...

Croacia XXIII: Los días soleados y el equipaje

Zagreb se descubre ahora como una ciudad soleada. El invierno ha sido bastante suave, dicen sus habitantes. Sólo ha nevado un par de veces y no ha durado demasiado el manto blanco; apenas ha dado tiempo a que se ennegreciera con el paso de las ruedas y los humos y las tristezas propias del invierno. Mis últimos días aquí los estoy pasando en los parques, sentado en alguno de los miles de bancos que existen en estas calles y que hasta ahora me habían pasado desapercibidos. Es curiosa la perspectiva que da la luz del sol de las calles: hacen del espacio otro distinto, aunque el lugar sea el mismo. Nos relacionamos con las avenidas de otro modo, pasamos más tiempo donde antes apenas parábamos. No volvía al Maksimir desde octubre, ni siquiera había pisado el Jarun, desconocía plazas amplias y soleadas que se abren bajo la luz del día como extensos campos en mitad del asfalto… No imaginaba la ciudad en primavera y tengo la sensación de que la echaré de menos por abandonarla antes de tiemp...

Croacia XXII: letras en el asfalto

No hablar el idioma del país en el que uno se encuentra requiere otro tipo de acercamiento a lo que sucede a alrededor. Se necesita tener los ojos abiertos, anotar, buscar, tratar de encontrar traducciones a lo que sucede en cada esquina, preguntar... Mi intención, al llegar a Croacia, era aprender algo de croata, pero, en fin, está claro que mis intentos con las lenguas eslavas siguen siendo eso, sólo intentos. Sin embargo, más o menos he aprendido a manejarme gracias a que, entre otras cosas, he conseguido averiguar dónde buscar y qué leer. Una de las cosas que he aprendido es que a los croatas les gustan mucho las velas para homenajear o recordar a los fallecidos. El día 1 de noviembre, por ejemplo, los cementerios se llenan de pequeñas llamas, más que de flores. El de Mirogoj, en Zagreb, se mantiene abierto las veinticuatro horas durante los primeros días del mes para poder ir a encender esas velas y para que quienes quieran ir a visitarlo, puedan hacerlo. Es un cementerio inme...