jueves, 1 de abril de 2010

Mentiras

La mayor mentira de este mundo acecha sólo cuando cierras los ojos ante la realidad del presente, cuando no queda papel higiénico en el baño y la faena está hecha, o cuando sales a la calle bajo un sol más reluciente que nunca y ves que no tenías que haber quedado el abrigo en casa.

La mayor mentira de este mundo está ahí, siempre, así que, en realidad, no es falsa, se nos avisa, se nos da señales de cómo es, se nos dice cómo viste, cómo habla, qué suele decir y con quién va la mayoría de las veces. Esto no es como la primera menstruación -con perdón a las mujeres- que no sabes cuándo llegará, no, esto no es así, porque no llega, simplemente está ahí, buscándonos entre la multitud, y nosotros lo sabemos, pero nunca, nunca hacemos caso a lo que leemos, a lo que nos dicen, nos creemos superiores en materia gris, pensamos, si es que llegamos a pensarlo, que a nosotros no nos va a llegar ese día en el que nos demos cuenta de lo que realmente pasa a nuestro alrededor. Eso creemos, pero no es así. Ese día en el que realmente nos damos cuenta, no lo esperábamos, porque no hay que esperar, sólo observar, tenerlo controlado. Bien, pues ese día, que puede ser cualquiera, como la caprichosa pena de muerte en Japón, llega, o más bien, se descubre, porque llegar ya había llegado mucho antes. La mentira tiene sus cartas, y siempre son mejores que las del resto de los jugadores: full de ases y ases; no esperarías que la mentira no hiciera trampas, ¿no? Con trampas se gana en este mundo: esa es parte de la mentira.

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