lunes, 5 de mayo de 2014

Los poetas

Me he preguntado alguna vez para qué siguen existiendo los poetas, o incluso cómo es posible que sigan existiendo, si todo lo que escriben, da igual qué, ya lo habrá dicho alguien, de alguna otra forma, y seguramente mejor. No hay nada nuevo en la poesía: vacío, amor, muerte, odio, vida, incertidumbre, destino... temas universales, como el hombre, tratados por hombres de antes y de ahora. ¿Para qué existirán, pues, los poetas, si repiten lo mismo en otros versos? ¿cuál será la necesidad que los impulse a reescribir una y otra vez lo que otros ya han escrito?

Hoy creo saber la respuesta, y sencilla casi tanto como lógica: porque son otros los que habían escrito, porque decir por uno mismo no es lo mismo que decir por los demás, aunque el sentimiento sea el mismo, aunque la verdad sea igual de verdadera y el ideal igual de universal. 

No nos sirven los versos de Quevedo si queremos decir lo que dice Quevedo, sólo si queremos reconocerlo, no nos sirven los de Goethe si lo que queremos es expresar lo mismo que expresara Goethe, nos valen sólo si queremos transmitir la idea... Pero para decir, para explicar, para contar no nos valen. 

Podrán quizá valer a quien los lea, que los leerá igual, como versos escritos por alguien, versos que repiten alguna idea dicha ya por algún otro en el pasado. Sí, eso sí. Alguien dice algo, otro alguien vuelve a decir lo mismo y otro lo mismo y así largamente en la interminable versificación del mundo. Pero si somos nosotros quienes buscamos expresar, nos convertimos entonces en poetas, creamos, con la necesidad de decir, los versos, no sólo los recordamos. 

Por eso siguen existiendo los poetas, porque aunque ya está todo dicho, necesitamos tener también nuestra palabra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario