Prometí intentar traducir el texto de Carl Zuckmayer y aquí está el resultado. No soy traductor, y, ya se sabe, no se le pueden/deben pedir peras al olmo.
Sobre el Rin, algo más sobre eso. Sobre el Rin. Sobre el gran molino del pueblo. ¡Sobre el lagar de Europa! Tranquilamente ahora póngase delante todos sus antepasados desde el nacimiento de Cristo. Aquí hubo un capitán de batalla romano, un tipo negro, moreno como una aceituna madura, que enseñó latín a una joven rubia. Y tras él llegó a la familia un comerciante de especias judío, un hombre serio, que antes de casarse se volvió cristiano y fundó la tradición católica en casa. Y tras esto se unió un médico griego, o un legionario celta, un lansquenete grisón, un caballero sueco, un soldado de Napoleón, un desertor cosaco, un filonero de la Selva Negra, un joven molinero peregrino de Alsacia, un gordo barquero de Holanda, un magiar, un pandur húngaro, un oficial de Viena, un actor francés, un músico de Bohemia. Todos ellos han vivido, se han peleado, se han emborrachado y han cantado y han engendrado hijos junto al Rin. Y aquel Goethe, ése viene de la misma olla, y Beethoven y Gutenberg, y Matthias Grünewald y, ah, siga buscando en una enciclopedia. ¡Fueron los mejores, querido! ¡Los mejores del mundo! ¿Y por qué? Porque ahí se han mezclado los pueblos. ¡Mezclado! Como el agua de las fuentes y los arroyos y los ríos, para correr juntos en una viva y gigantesca corriente. Sobre el Rin, es decir: sobre Occidente. Esto es nobleza natural. Esto es raza. Esté orgulloso de ello, Hartmann, y deje los papeles de su abuela en retirada. Salud.
Carl Zuckmayer, en "Des Teufels General"
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