domingo, 12 de octubre de 2014

Cosas que no esperas

Alguien tiene un amigo que hace música y organiza concierto. Él mismo es músico y se encarga de estas cosas. Ésa, más o menos, es la explicación que me han dado para lo que acabo de vivir. Nunca me habían invitado a un concierto en un "doblao", en un desván. Cuando he llegado a la casa esperaba encontrarme con N. la chica que, de repente y sin esperármelo, me invitó a ir a su nuevo piso, en el que organizaban un concierto. Sonaba demasiado extraño como para poder perdérmelo. 

N. es la inquilina del piso que fui a ver con la esperanza de podérmelo quedar a partir de noviembre. Ella tiene la esperanza de que también me pueda mudar a él, pero a ver, porque, de momento, otra chica ya se ha quedado esta noche allí a dormir porque no tiene nada más. Está difícil la cosa para muchos, no sólo para mí. Justo después de mostrarme el piso me dijo lo del concierto, me lo apuntó en un trozo de su libreta y me dio la dirección y la hora. Allí estaré, pensé. Y allí he estado.

Al llegar N. aún no estaba y he estado allí dando tumbos, por el piso, en la cocina he visto a unos tipos demasiado elegantes en comparación con el resto de la gente, luego ya he subido el doblao y he estado escuchando lo que unos y otros cantaban, con guitarras o a capella, todo improvisado. Arriba habría unas quince personas, sentadas en el suelo alrededor de las guitarras. Al fondo, dos puertas, y justo en el lado opuesto una habitación bastante acogedora, por el aspecto que se le ve desde la entrada. El techo inclinado a dos aguas, de madera, deja una ventana en uno de los lados, abierta y sin cristal, que deja sacar más de un tercio de cuerpo al aire. Cuelga una rueda de bicicleta amarrada con cuerdas de colores a las dos paredes más amplias. Sobre la rueda, una copa de cristal, enganchada en los radios. En una barra improvisada se puede leer: Cervezas un euro, donativo para la banda. Pero no había cervezas, hoy eran gratis y estaban en el frigorífico de la cocina, abajo. Yo llevaba las mías, ya que no sabía qué me iba a encontrar. 

En el extremo en el que estaban las puertas, amplificadores, un bajo, una guitarra eléctrica, en la esquina, una batería. Hay también dos micrófonos. Aquello parece más serio de lo que yo esperaba. Me informo del grupo pero nadie me dice un nombre, sólo sé que vienen de Dinamarca, que ni siquiera hablan alemán.

Al poco rato de estar allí suben los tipos elegantes de la cocina y se preparan. Son los músicos. Son una banda que parece más o menos seria. Amateur tal vez, pero de ningún modo amigos de los inquilinos, que era lo que yo esperaba. Lo que viene a continuación es música, rock, bastante decente aunque bastante repetitiva a veces, Un concierto en toda regla, vaya. Lo repiten cada cierto tiempo con música de diferentes tipos. Espero volver; toque la música que toque. 

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