Justo el día que uno termina los exámenes tiene, además, la extraña oportunidad de un reencuentro más que agradable. Exentos de personajes guillotinables o aniquilables, los cafés están siempre bien, mejor, pues, si van acompañados de una conversación amena y un(a) buen(a) interlocutor(a).
¡Benditos cafés!
Vivan vivan! Y vivo el frío salmantino y el sistema de tapeo del siglo XXI! :D
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