Desaparece el Talgo Extremadura. No es una noticia nueva, es de hace ya un mes, más o menos, pero escribo hoy sobre ella, con más calma, sin el cabreo que me cogí en su momento.
Los nostálgicos como yo nos entristecemos con noticias como esta. El único tren serio que recorría las vías extremeñas entre Madrid y Badajoz, dice adiós. O mejor, lo dijo.
La primera vez que tomé uno fue en julio del año pasado, en la estación de Atocha, con una suerte de emoción extraña: los asientos eran casi como sillones de casa, por lo amplios y por lo cómodos, la luz era la suficiente, la película regular, pero el silencio inmenso. La segunda vez me enamoré: la chica que iba sentada a mi lado me contó su historia, mientras yo miraba himnotizado la desnudez de sus piernas infinitas y la perfección de sus manos aparentemente suaves; tenía unos labios pintados de un rojo intenso que hacía más patente su justo volumen y que dejaban salir una voz suave, que nunca se elevaba, y que pronto me pareció hermosa. Esa misma vez sufrimos una tormenta de verano. Era agosto y el cielo se caía sobre nuestras cabezas, los rayos no volaban demasiado lejos del tren, y a ella le encantaba. A mí también.
Siempre me ha gustado el tren, por unas cosas o por otras, y siempre he visto en él una especie tradición y mitología. Ahora que no hay Talgo, lo que veo es la desvergüenza de los políticos. Una desgracia. Vale.
No lo entiendo. ¿Por qué lo quitan? Es un hermoso tren, un trayecto más. ¿Por qué?
ResponderEliminarUn beso Manu^^