Las nueve y media de la mañana no es una hora para llegar a casa y acostarse; es una hora para no llegar. Si subiendo las escaleras te resbalas y despiertas a toda la casa a esas horas, el año empieza con sobresaltos.
Aún con el sabor de la resaca, y con los ojos delatores, se acaba este primer día. Aprovechado y no.
Vuelta a empezar.
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