martes, 12 de enero de 2010

Tiempo imparable

Pasa, poco a poco, el tiempo en esta ciudad, en esta vida, y, a medida que pasa, el hechizo que la envuelve se hace más fuerte contra quienes la vivimos desde hace no mucho. A pesar de los exámenes, de los nervios y las incertidumbres, los pesares y las alegrías, el alimento y la falta de (buena) comida, vivir aquí, pasear por estas calles, es ya, por sí sola, una experiencia única. Lo de la gente es ya insuperable.

Los exámenes que van pasando sin pena ni gloria y los que llegan sin prisa pero sin pausa marcan el ritmo a las agujas de todos los relojes que aparecen a todas horas y en cualquier noche a un pulso constante: sesenta segundos por minuto.

1 comentario: