Nunca fui muy diestro en esto del amor, no cuando se refería a mí, tampoco cuando se refería a otros. Ahora no es que sea muy diestro o no, es que, simplemente, soy zurdo. No puedo entender nada de lo que pasa, ni de lo que se hacen a sí mismos los locos enamorados y viceversa. Y todo esto me jode, así, me jode, cuando el juego se sale de madre y las normas las pone el juez, jueza en este caso, que, además, es la fiscal, vamos, cuando el acusado está para meterse entre llantos a sí mismo. ¿Por qué me jode? Porque sí, porque este acusado no se lo merece.
Problemas, y no míos. Aunque me tocan.
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