No se suceden las noches y los días como en un reloj se preceden las horas. No son así. Las noches alargan la agonía de una luna desvirtuada. Están para ser vividas de un modo muy distinto a los días, o a las horas, a los simples años. Una noche es ella y su contrario; el descanso y el desenfreno, la soledad y la pasión compartida -también la egoísta-, la compañía desconocida y la selecta...
Suerte que las noches no terminan.
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