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Mostrando entradas de 2020

Croacia XI: un terremoto, una casa y la historia

Hoy me he despertado como si me encontrara navegando en mitad de alguna tormenta oceánica. No sé muy bien cómo es la sensación, pero en un barco es en lo primero que he pensado cuando he visto que todo se movía, que las vigas de madera parecían bailar frente a mis ojos. No era consciente de que estaba viviendo un terremoto hasta que he recordado el de marzo. Entonces ya sí me he asustado, he pensado que esa viga danzarina podría caerse en algún momento y con ella todo el techo sobre mí, así que, absurdamente, me he cubierto con mis propias manos la cabeza. Ha parado pronto. Luego le han seguido un par de réplicas y luego de nuevo una sacudida como la primera. He pensado en los daños del terremoto de marzo aún visibles. Entre el sueño y la vigilia no era muy consciente de si era real o cuándo. Pero lo ha sido. Esta vez el epicentro se ha situado a 50 kilómetros de la capital croata y los daños se han registrado más lejos de aquí. La península Balcánica está bien viva. Al salir de la c...

Croacia X: Breve repaso del año de la pandemia

El año no empezó bien. Parece una obviedad decirlo con la pandemia que llegó y que aún no se ha ido, pero no es sólo eso por lo que este año ha ido dando tropiezos. Y me explico. En enero estuve en Berlín y pude entrevistar para mi tesis al escritor zagrebí Nicol Ljubić. Cenamos juntos en un restaurante italiano cercano a su casa. Era lo suficientemente temprano como para que yo no tuviera nada de hambre, pero no podía verlo comer y ya, así que pedí una sopa de tomate para acompañarle en su ensalada. La entrevista fue bien, hablamos de literatura, de Yugoslavia, de la guerra, de la familia, de la memoria, de Bremen y de los disgustos de la temporada del Werder. Después subimos a su casa y me regaló un ejemplar de su última novela: Ein Mensch brennt (en español sería Un hombre arde ). Pero la visita a Berlín estuvo empañada por una llamada: tu abuela está en el hospital, ha tenido un ictus y no creemos que salga. Estaba en la puerta de un restaurante coreano para comer con M., antigua...

Croacia IX: El frío, la nieve y unos refranes

El frío ha llegado a Zagreb con una intensidad que le sabía pero no le esperaba. Antes de venir, me asomé a las páginas meteorológicas buscando cómo suelen ser los inviernos croatas y lo primero que descubrí es que el sur de Europa a veces no está tan al sur, que es más bien una construcción ficticia. La temperatura ya no sube de cinco grados los días en los que hay cierta suerte. Tampoco suele bajar de cero, aunque ya hemos llegado a menos tres. Lo cierto es que me gustan los inviernos y el frío. Me gusta sentir el aire gélido en la cara y llegar a alguna cafetería, pedir un té y calentar las manos apretando la taza. Recuerdo el frío en Göteborg, que tiñó de blanco toda la ciudad a las pocas horas de aterrizar mi vuelo en un aeropuerto con una terminal como un pequeño almacén de un polígono industrial: en esa ciudad tomé mi primer vino caliente y no recuerdo el sabor, sólo el calor en las manos. Recuerdo también que en Groningen, al volver de montar en bicicleta y de pasear sobre un...

Croacia VIII: terremotos y museos

En marzo de este año, Zagreb sufrió la peor parte de un terremoto que sacudió Croacia. No es algo demasiado ajeno a esta ciudad, en la que la historia se cuenta casi por los terremotos que ha sufrido. Hace 140 años un seísmo sacudió los cimientos de esta ciudad y destruyó gran parte de la catedral. El terremoto del 22 de marzo, de 5,4 grados, y sus más de 50 réplicas dejaron un muerto y casi treinta heridos, además de numerosos edificios en los que son aún visibles los daños. La biblioteca en la que yo tendría que estar trabajando estos días también quedó bastante dañada, especialmente la tercera planta, donde se encontraban los libros de germanística. Era domingo y eran aproximadamente las seis y media de la mañana. Eso salvó muchas vidas. Si hubiera sido solamente un día después, las calles agramitas estarían ya empezando la vida, que no se para a pesar del covid. En algunos edificios céntricos aún se ven las huellas de los desprendimientos, paredes desconchadas, como de edificios ...

Croacia VII: lo que importa en un paseo

Hace no demasiado alguien me dijo que había dejado de aparecer yo en lo que escribo, que era como si no fueran míos mis textos, que hablaba de fuera más que de dentro. Tuve un poco de miedo al leer eso, miedo de perder lo que soy para convertirme en otra cosa, de abandonar la nostalgia por las risas falsas de las fotos. Pero sigo sin salir en las fotos, sigo sin saber sonreír más que de lado, sigo teniendo los ojos tristes de esa manera familiar, sin estar para nada triste. Dejé de escribir del dolor y del delirio de las noches de insomnio para escribir sólo del insomnio. ¿Tenemos que encajar en algo? Hay quien dice que la vida no es sólo dolor, tristeza y muerte, eso es cierto, pero para eso está la vida, la literatura – si es que esto puede llamarse literatura – está para llenar el vacío que deja la pérdida, el desconocimiento, la ausencia, la ansiedad. El mundo nos impone estar bien, nos impone no mostrar lo que no gusta, no mostrar el desconsuelo. Dejé de escribir que no hay na...

Croacia VI: Rovinj/Rovigno, una vida sobre el mar

Cuando le dije al tipo del alojamiento que me quedaba tres noches me miró extrañado. Primero pensé que no tenía ni idea de lo que vendía, luego ya supuse que era más bien que nadie esperaba una estancia tan larga en esta ciudad. Es agradable sí, pero en un rato y medio se ve, sobre todo si tenemos en cuenta que está casi todo cerrado. Así que ayer sábado, con todo visto en Pula, puse rumbo a Rovinj/Rovigno, a unos 40 kilómetros desde la capital de Istria. Fue un absoluto acierto. Recorrer las calles del pueblo, empedradas, luminosas, alegres por sus formas más que por su vida, fue, seguramente, lo más entretenido de estos días en Istria. Entretenido por sorprendente, porque ni tenía intención al principio de visitar este lugar ni esperaba la imagen impresionante del pueblo subido sobre las rocas de la costa. No hay arena rodeando el pueblo, sólo rocas y rocas, pero el acceso al mar no es complicado, ya que hay bajadas y escaleras que ayudan a subir y bajar a los bañistas. Sólo a una ...

Croacia V: Pula y los tiempos

Pula es agradable, como dice Jagoda Marini ć , en Istria el tiempo pasa más despacio, con su ritmo natural y su temperamento en el que nada hay que tomárselo demasiado en serio, porque todo es un juego de disfraces un teatro frente al mar, como si contantemente se representara Esperando a Godot . Incluso en la capital es así. Ayer, al pagar la entrada del anfiteatro, me devolvieron un billete de diez kunas. Mi sorpresa fue máxima, se me debió de notar incluso con la mascarilla puesta. Hasta entonces no había sido consciente de que en el reverso de esos billetes aparecía el Anfiteatro de Pula, así que ver la imagen en el billete fue casi como ver un billete de monopoly. Al principio, creo, se me pasó por la cabeza la absurda idea de que me estaban dando un billete falso, luego pensé que era la entrada, pero no, era el cambio. La entrada no era más que un ticket cutre, de esos que pierden la tinta con el paso de los días. En fin. La ilusión, ya digo, fue ver la imagen del lugar en el q...

Croacia IV: Pula, ciudad romana

Al llegar a Pula la ciudad no parece demasiado especial, pero en cuanto la ruta se encamina hacia el centro, el anfitetatro se alza majestuoso y la percepción de la ciudad varía. Es la capital de la región de Istria y no esconde su pasado romano ni su influencia italiana actual. En la fachada del ayuntamiento, de hecho, ondea la bandera de Italia, imagino que por la importante población italiana que habita en la ciudad. Incluso los nombres de las calles y la mayoría de los carteles que anuncian algún organismo estatal o regional se encuentran tanto en croata como en italiano. Las pizzerías abundan y, de alguna manera, para quienes no conocemos la península Itálica, esta ciudad nos hace pensar en la Toscana, con algunas de esas casas de colores o de piedra, con contraventanas de madera… Desde dentro del anfiteatro no puedo dejar de pensar en Mérida, también capital, con una población más o menos similar y un pasado romano del que ambas ciudades se sienten orgullosas. Aquí, sin embar...

Croacia III: estampa de un primer paseo

Sólo un día he recorrido las calles de Zagreb como me gusta hacerlo en las ciudades en las que termino viviendo: sin rumbo fijo, sin prisa, sin tiempo límite. Antes del virus, cuando llegaba a cualquier ciudad, paseaba hasta aburrirme y me sentaba en una cafetería, tomaba notas o trabajaba un poco. Luego continuaba hasta que llegara la hora de comer y me sentaba en el primer sitio que me apeteciera para volver poco después a emprender la ruta entre calles y edificios desconocidos, completando un nuevo imaginario de calles, casas, señales…   Llevo, sin embargo, algo más de una semana encerrado en casa, en cuarentena preventiva – retroactiva y responsable – por contacto directo con diagnosticados de covid. Ya falta menos para salir a la calle, pero aún no es el momento. Sin síntomas ni prueba, la soledad de la habitación se hace, a veces, un poco desesperante. Pero se sobrevive, ya sabemos. Yo lo estoy haciendo a base de tés e infusiones: té de hierbas y mate, manzanilla, hierbas d...

Croacia II: una mesa

Nunca me ha gustado comer y trabajar en el mismo sitio, ni dormir y trabajar en el mismo sitio. Cuando vivía en Bremen, el escritorio en el que trabajaba, preparaba y corregía exámenes, leía y escribía los trabajos para la carrera eterna que por fin terminé, era también la mesa en la que comía las tristes comidas a la plancha o lo que traía de algún puesto de comida de la calle. Era, además, mi mesita de noche, donde dejaba las gafas antes de irme a dormir, donde apoyaba el libro que hojeaba por las noches hasta que me entraba el sueño, donde dejaba el teléfono que usaba, además, como despertador. Era la mesa multiusos. A veces no queda más remedio que adaptarse a las circunstancias. Al principio busqué otros pisos, otros lugares en los que tener refugio. Más adelante me cansé de buscar e hice de aquel hueco bajo tierra mi hogar transitorio. Porque sabía que sería transitorio, claro está. Hasta estos días no se me ha presentado la temible idea en la cabeza de cocinar y trabajar en la...

Croacia I: una habitación en Zagreb

E n mi reciente habitación viven arañas. Llevan aquí más tiempo que yo, con sus casas colgantes y sus despensas llenas. Alguna vez aparece algún cadáver de un insecto incauto, sorprendido tal vez en el vuelo y atrapado entre los finos hilos de las habitantes primigenias. Cuando abro las ventanas, aún caluroso el tiempo, y se cuelan mosquitos, moscas, avispas o algún ser gris parecido a una hoja – da rabia desconocer los nombres –, siento que empezarán las arañas a moverse y a tejer para cazar al intruso, para dejarlo suspendido a la espera de la cena. Sin embargo, las observo y ahí siguen, apenas sin moverse. Sólo una he visto correr despavorida. Incauta, ha bajado al suelo y ha aterrizado en la cama mientras yo la sacudía en la mañana. Ha perecido de un golpe distraído pero certero. Ahora temo la rebelión de las demás; pero ellas siguen a lo suyo, en su quietud constante, en su descanso colgante. En mi reciente habitación, también, se escucha la lluvia caer como si se acercara el fi...

Maletas, libros y viajes

Lo que peor llevo de hacer maletas para estancias largas es elegir los libros. Uno sabe qué le apetece leer ahora, pero no qué le apetecerá leer cuando llegue el invierno y las noches sean largas y el frío esté tras las paredes de la casa. Es imposible decidir. Cuando viajo a Alemania no tengo demasiados problemas, me llevo lo que me apetece en ese momento y allí ya compraré lo que sea; pero ahora, en Croacia, la cosa cambia. Donde la cosa es, concretamente, el idioma. Hay quien lee con premeditación: tiene un listado de libros que quiere haber leído hasta final de año y eso hace. Yo, en cambio, me lo planteo así y, en lugar de una lista, lo que tengo es una pila. Se supone que cuando termine el que tengo entre manos en cada momento, lo único que tendré que hacer es colocarlo en su sitio en la estantería y empezar el que está arriba del todo del montón, pero ese montón va cambiando de orden y de lugar y, por supuesto, una vez transgredida la ley de la permanencia, ya da igual, no t...