Entradas

Mostrando entradas de abril, 2020

Cuarentena XIV: algunas librerías de mi vida

Las librerías son esos espacios mágicos en los que uno encuentra miles de mundos por descubrir. Soy lector y soy consumidor de libros. Lo primero, por pasión, lo segundo, por convicción, y viceversa. En cada ciudad en la que habito me busco una librería en la que desembolsar cantidades de dinero que no tengo para comprar libros que, en muchos casos, aún esperan desde hace años a ser leídos.  Compro libros porque me gustan, sí, porque, como diría Krahe, me tranquilizan , pero no sólo. La intención es leerlos, lógicamente, pero también compro libros como acto político. Procuro no comprar en grandes librerías, sino más bien en librerías pequeñas e independientes en las que uno se siente realmente en casa.  Durante unos años, especialmente en Salamanca, esa ciudad repleta (al menos entonces) de librerías, me era prácticamente imposible entrar en una sin acabar llevándome algún libro. Los había estudiado casi todos, estaban ahí, presentes, sin necesidad de pedirlos, no es ...

Cuarentena XIII: dos citas, Sarejevo y muchas anécdotas

Hace unos días leí en Manual de exilio , de Velibor Čolić, una frase que me persigue desde entonces: Yo no soy un hombre, soy una anécdota. Y supongo que, de un modo u otro, todos estamos hechos de anécdotas. Tal vez lo de Čolić sea una exageración, eso de ser una sola anécdota, pero imagino que no somos, realmente, más que una serie de incontables anécdotas, unas más inasumibles que otras.  En estos días podría ser una anécdota salir a aplaudir todos los días a las ocho de la noche. O convertirse en un mensaje alto y claro. ¿Qué diferencia una anécdota de algo que pasa a ser realmente válido para conformar la vida? Somos anécdotas a las que les acabamos dando valor, al fin y al cabo, ¿no? Como anécdota podría quedar mi viaje a Sarajevo del año pasado si no fuera por todo lo que me acabó significando, si no fuera por la de imágenes que aún tengo y que no paran de venirme a la cabeza. En la misma ciudad podríamos contar como anécdota las veces que Vedran Smajilović, conocido c...

Coronavirus XII: la calle y los vecinos

Desde hace unos días soy el único habitante de esta casa. Es extraño estar en un piso tan grande y tan vacío en el centro de Sevilla. Ni siquiera tengo la sensación de estar en Sevilla estos días, con este silencio y esta lluvia. A lo largo de la mañana y, sobre todo, de la tarde, me siento junto al balconcino que hay en el salón y saco los pies descalzos al sol. Me siento ahí a leer y a dejar pasar el tiempo. El confinamiento me está sirviendo, supongo, sobre todo para ordenar mi vida conmigo mismo. Si soy sincero, mi día a día no ha cambiado sustancialmente. Es verdad que echo de menos pasear, pero igualmente me paso las horas delante de los libros y del ordenador, auque antes lo hacía en el despacho.  Cuando dan las ocho y escucho que los vecinos se asoman a aplaudir, lo único que tengo que hacer es levantar el culo del sillón y ya estoy ahí con los pocos vecinos que somos en esta calle estrecha. Realmente no he entablado conversaciones extensas con ninguno de ellos, solame...

Cuarentena XI: la Semana Santa y los recuerdos

En ningún caso podría haberme imaginado pasar una Semana Santa en Sevilla, y menos en estas condiciones. No es sólo que yo no haya salido, sino que el silencio era la norma general. Algunos ratos se han oído marchas de procesión y, no sé si es cosa mía, he escuchado con más frecuencia que antes las campanas de todas las iglesias. De hecho, antes no era consciente de que por las noches se escucharan con tanta claridad las horas exactas con ese sonido metálico que recuerda a épocas en las que el mundo y el tiempo se medían más bien por el sol y las comidas.  Ha sido Semana Santa y ni siquiera lo hemos visto. Yo tengo algunos recuerdos de mi infancia en la Semana Santa, algunos de esa época en la que aún era creyente, en los que aún confiaba en algún dios bondadoso y misericordioso, pero supongo que de algún modo también vengativo, si no, ¿por qué nos vigilaba y nos pedía hacer esto o lo otro según lo que él quería y creía como bueno? Ese dios, cualquiera de los posibles, desapare...

Cuarentena X: Aute y otras ausencias presentes

Llevaba mucho tiempo sin escuchar a Aute con atención y, de repente, estas semanas, volví a él.  Auterretrato me ha estado acompañando mañanas y, sobre todo, tardes, en la hora de la siesta que no siempre echo, como si de una premonición se tratara . Me sorprendió la muerte del autor con su música algo más fresca en la memoria, y sipongo que haber vuelto a él tiene que ver con este confinamiento que me está llevando de nuevo al interior, a la música, a la literatura y al cine.  No negaré que no estoy aprovechando el tiempo todo lo que pensaba que lo podría aprovechar, sí, que la tesis no está avanzando al ritmo que parecía que podría avanzar en estos días, pero bueno, van dos libros completos, decenas de discos, al menos una veintena de películas, un podcast  y medio relato escrito. Parte de culpa la tiene otra gente, sí, que me ha propuesto participar en lecturas, escrituras y presentaciones, que me tiene más activo de lo que he estado en los últimos tiempos.  ...

Coronavirus IX: lechuza nocturna y otras bondades del alemán

Escribo casi siempre por las noches porque soy trasnochador, Nachteule , que se dice en alemán: de  Nacht , noche, y Eule , lechuza, o sea, lechuza de noche. No sé si hay algún otro tipo de lechuza, de hecho, porque el animal es simplemente Eule , pero así es.  El diccionario recoge la palabra como "irónica" ( ironisch ), "graciosa" ( scherzhaft ) y "coloquial" ( umgangsprachlich ), y se emplea, según parece, sólo para la gente que trabaja hasta avanzada la noche.  Eule también es, según el diccionario, y sólo en Norddeutsch , es decir, en "alemán del norte", un cepillo de cerdas suaves. La etimología apunta a que, especialmente en la zona noroccidental de Alemania, se refiere a un cepillo de esas características porque, se supone, es de aspecto similar a una lechuza. De ahí deriva también el verbo ulen en bajoalemán, que significa limpiar. Eventualmente (si exisitera, vaya), habría sido eulen  en alemán (altoalemán, si llamamos a las cosas ...

Cuarentena VIII: algunos pisos, Cohen y una lámpara

Desde hace años escribo con algo de música que me ayude a crear el ambiente que se reproduce en mi cabeza. A lo largo del día esa música cambia, pero cuando llega la noche, casi siempre acaba siendo Leonard Cohen el que ocupa el hueco sonoro en estos textos. Seguramente desde el año de la calle Prado, ese año que pasé entre libros y más tiempo fuera de clase que dentro, Cohen me haya acompañado en mis noches de escritura. También lo hizo con frecuencia cuando vivía en Bremen, en ese sótano con ventana a un patio desgastado por la lluvia y el frío, en el que las plantas crecían selváticas y embarradas, con tiestos vacíos y mohosos.  Estos días he pensado mucho en esa casa, en aquella habitación, en aquel hornillo eléctrico bajo la escalera que calentó la comida que me alimentó malamente durante dos cursos completos. Más que una casa era un refugio, aunque ni siquiera sé de qué me refugiaba. Bajando las escaleras que daban al sótano desde el exterior, a pocos pasos de la puerta,...

Cuarentena VII: El vacío y la (a)normalidad

La semana pasada tuve que ir a la Facultad para poder continuar con las clases telemáticas - recoger libros y material era, visto que el confinamiento se alarga, imprescindible -, así que tuve que aventurarme a una calle conocida y completamente ajena. Sobrecoge Sevilla tan vacía, con esa cierta aura majestuosa de la Avenida de la Constitución, con la catedral a un lado, imponente, y el Archivo de Indias - cerrado estos días -, solitaria isla americana en esta ciudad portuaria y sin mar, que se contempla a sí misma orgullosa y a veces altiva. Sobrecoge verla en silencio una mañana de diario, con poquísimos transeúntes en sus calles, atestadas de turistas en un día normal. Pero no es un día normal y Sevilla está vacía, silenciosa, como un pueblo que duerme sin habitantes de esa España vaciada.  Normalmente el bullicio de estas calles impide oír nada más allá de las voces de niños, músicos callejeros, las gitanas que "regalan" romero o los que ofrecen sus productos para...