El camino a casa se hace extraño una y otra vez. La última vez era aún de noche cuando el tren partía de la estación de Cáceres. Ahora el Sol deja un color dorado fuego en las fachadas de los edificios. Salamanca también ha quedado atrás. Antes. Y Béjar y Plasencia. Y el Jerte. Ese río tan vivo y misterioso.
Es curioso que la gente aún mire los trenes como a seres mitológicos, tanto escasean por estas tierras dejadas de la mano de políticos y autóctonos…
Voy pensando en esto, no en los de los trenes, sino en la extraña vuelta, y en mi buzón. Aparentemente no tienen nada que ver lo uno con lo otro. Pero sí. Hoy he vuelto a abrirlo, como casi todos los días, y ha vuelto a sorprenderme, a alegrarme el día, lo que he encontrado dentro. Si ha recibido, postales llegadas desde muy lejos, ahora había un libro envuelto en papel azul -característico, por otro lado-. He subido a casa abriéndolo. No todos los días se encuentra uno esto. Blanca vuela mañana. Tenía la maleta preparada. Dentro: Almas muertas, Páginas en blanco, Obras completas de Antonio Machado. He cambiado éste último por Blanca vuela mañana con la intención de leerlo este fin de semana. No es largo. Lo curioso de todo esto es que no es mi cumpleaños ni ninguna otra fecha tomada por especial por la sociedad de nuestro tiempo, y es lo que lo hace más encantador. Lo primero que he pensado ha sido: Libros que vienen por los que van: Hace un año, quizá algo menos, le regalé, también sin motivo, otro libro de la misma autora -Dulce Chacón- a quien ahora me “entrega” éste. Ése lo compré en Zafra, no sé, me hacía especial ilusión comprarlo para regalarlo en el pueblo de quien lo escribió. Ahora éste me lo llevo a casa, para leerlo cerca de donde nació Dulce. Son cosas quizá absurdas, pero que a uno, por absurdo, tal vez, le hacen ilusión. Lo segundo que he pensado ha sido: ¿Por qué no personalmente? Y tras hacerme esta pregunta he obtenido dos conclusiones, que no respuestas: 1.Prefiero estas cosas en persona, no sé por qué. 2.Quizá sea mejor así, suelo aparentar poca ilusión -no es desconocida mi falta de expresividad natural-, y la verdad es que me ha hecho bastante.
Así que voy a casa, extrañamente, con los míos, con un libro de aquí y de allá. Como uno mismo, nacido aquí, llevado allá, creciendo una y otra vez en sitios diferentes, o, parafraseando a Nicanor, naciendo una y otra vez, como las historias, que nacen, y existen, sólo si se escuchan.
Gracias, Adelita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario