Pongamos por caso que uno quiere estudiar un poco más de lo normal, hacer algo poco habitual en un tiempo poco habitual. Veamos, por ejemplo, dos licenciaturas a la vez, el último año de docencia como licenciatura (una pasa a grado, la otra a máster).Y pongamos por caso que, aunque a uno la cabeza no le suele ir muy bien, no está dispuesto a pagar cuatro veces más por un máster que le aportará, seguramente, menos. Pues bien, por lo que se ve, eso está feo. Y digo que está feo porque nadie sabe responderme al cómo y todos miran con cara de por qué.
Bien, vamos a la realidad, que no la hemos abandonado, pero bueno: Me dirijo a donde creo que está el Servicio de Orientación al Universitario (SOU) y me doy de bruces porque me había equivocado de sitio, esta vez ha sido culpa mía, vale, así que la señora, amablemente, recuerdo lo que me gusta la ironía, me ha indicado dónde está, y allí que me he ido.
Una vez dentro del SOU, la chica a la que le he empezado a contar mi problema (principalmente con la beca Erasmus) me ha dicho que ella no sabía muy bien cómo ayudarme y que le preguntara a su compañera, que era (sic) "más experta en esos temas". Me he cambiado de mesa y la chica, lo único que me ha sabido decir es que no coja más asignaturas de libre elección para hacer la Erasmus, que me puede perjudicar si hago lo de las dos carreras. Y también me ha dicho que procure llevarme bien con el administrador de la Facultad: mal vamos. Me ha mandado amablemente al primer piso, a ver a los de becas Erasmus, que son los que llevan esos temas. Esto es todo lo que ha podido ayudarme, y, anticipo ya, es la que más lo ha hecho.
Ya en el primer piso, un señor, de pie, sin intención alguna de sentarse en la mesa para hablar tranquilamente, me ha dicho que él no podía decirme nada, que fuera a hablar con el coordinador de mi Facultad, que era quien podría ayudarme, y que, a lo mejor, él me mandaría al coordinador de área. Pregunta por su despacho en secretaría, me ha dicho.
Sí, había salido de mi Facultad encaminado al no-SOU, para ir luego al sí-SOU y más tarde volver a mi Filología. He entrado en secretaría, y me han dicho que el señor en cuestión tenía dos despachos, pero que en conserjería me dirían dónde estaban. Pues nada, a conserjería que vamos, y allí me han sabido decir dónde estaban los dos, uno el que tiene como profesor y otro el que tiene como Vicedecano.
Pues bien, llamo a la puerta del primer despacho y, como era de esperar, no ha contestado nadie, he intentado abrir, y nada: cerrado. Así que he ido al Decanato, donde la secretaria del lugar me ha dicho, sorprendentemente, que no sabía si el tipo en cuestión estaba o no. ¿Para qué le pagan a esta mujer? Ha abierto la puerta del despacho de los Vicedecanos y, para mi éxtasis (casi como el de Santa Teresa), allí estaba él, pero, para mi desgracia, se iba, tenía prisa, a clase. Vuelve mañana, me ha dicho. Búscame, que me encuentras por la Facultad.
Todo esto para que luego me digan que lo que intento hacer es una locura y que es imposible, ya verás. Y bueno, si a esto le sumamos los "emilios" que me manda el administrador tratándome como tonto y llamándome estimada alumna... No debe de saber que Manuel es nombre de chico. Vaya panda.
Esto es, señores y señoritas, el vuelva usted mañana del siglo XXI: informatizado a veces, sí, pero igual de típico.
Si es que el sr. Fígaro no se equivocaba en su época, ni en esta, está tan actual dicha costumbre que mejor armarse de paciencia, porque como lo hagamos de un objeto contundente (o no), podríamos hacer locuras.
ResponderEliminarUn beso y mucha paciencia!!!
Pobre Lolito! Cuanto vago suelto hoy en día! Hum!
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