Entre mis temas favoritos, cuando escribo, está el del no-regreso. Todos lo sabéis, porque estoy cansado de escribir cosas relacionadas por aquí. No sé por qué, pero siempre queda una pequeña sensación de que no todo es lo mismo, que ha cambiado incluso más de lo que imaginabas. Hoy no sé realmente lo que pasa.
Sentía la necesidad de ir al instituto en el que aprendí a ser lo que soy, en el que me enseñaron a apreciar las cosas, en el que las palabras toman un sentido que pervive latente sin llegar a hacernos cosquillas, y a buscar esas cosquillas en la gente. Con las palabras. En el que la literatura no la inyectaban, sino que la compartían. Me enseñaron a hacer sólo lo que realmente me gusta. Me enseñaron y quise aprenderlo.
Así me he ido al instituto.12.30 aula D23. En mis tiempos era la 91, creo. Me hubiera gustado encontrarme con algún profesor de literatura, pero no, iba a ver a una profesora en concreto, iba a verla a Ella. Tenía clase. Una sola alumna con pocas ganas de traducir, más bien con ganas de escuchar y compartir, de pasar un rato entre casi compañeros. Y eso hemos hecho, compartir. Experiencias, sensaciones, sentimientos.
Nos ha invitado a los dos a tomar algo en la cafetería. Ha dejado su labor de enseñante, para hacer otra mucho más importante, la de Profesora. Así, con mayúscula. Y así ha pasado el tiempo de clase y alguno más. Espérame, si quieres, que voy a ver cómo están los niños -tenía otra clase-, los llevo al salón de actos, al teatro ese, y ya nos vamos. La he esperado. Y la he visto venir sonriente, como siempre, haciendo ruido con los tacones. Un ruido eterno y vivificante.
Me ha acompañado hasta la puerta. Me ha dado las gracias. Por ir. Por acordarme de Ella. Por trabajar. Me ha confesado que la animé, dice, por mis notas, porque veía que lo que hacía servía de algo, porque el último año en el instituto para mí, no fue un buen año para Ella, no me ha dicho por qué, sólo que por cosas personales. Yo las conozco, grosso modo, que diría Ella, pero las conozco. Y me ha dicho que ha pedido traslado, a Sevilla, dice, o a Granada, a casa, donde está la familia, o lo que queda de lo que fue, donde están los amigos que fueron y ahora sólo son colegas o conocidos. A mi edad, me repetía. A mi edad y mira dónde ando, sin saber qué va a ser de mi vida. Y las cosas no están como estaban, ese año tuyo estaban mucho peor, pero me animaste, tú y los demás, pero sobre todo tú. Es esfuerzo tuyo, insistía, pero yo creía que servía lo que hacía, que a alguien le serviría, y le gustaba, y no sabes qué alegría. Casi entre sollozos.
Le he contado mis planes de futuro, y me ha mirado, sonriendo, y me ha dicho:¿Y las Clásicas? Sabiendo que siempre he querido, y reconociendo, en mi interior, que si en parte no las estoy estudiando es por miedo a no dar todo lo que Ella merece, por como ha sido. Por su pasión y sus ganas. Su valor. No me gusta hacer las cosas a medias. Exigente, que dice Ella. No, exigente no, justo.
No sé qué va a ser de mí, Manuel, ya ves, quizá vuelva al punto de partida, pero las cosas han cambiado tanto...
Quizá, le he dicho, la próxima vez que vaya a verla tenga que hacerlo en Granada. Y lo haré. Volveré. Sea adonde sea, porque, hay una cosa que yo no le he confesado, también por miedo, mis apetencias de ser profesor no vienen sino de Ella. Sobre todo de Ella.
Nos hemos despedido. Nos hemos dado las gracias, cada uno por sus motivos. Yo seguía estupefacto porque, a quien yo admiro, me agradeciera algo... Nos hemos deseado suerte.
Hemos vuelto a despedirnos.
Quizá se vaya de aquí para siempre, y entonces será cuando podré decir que los lugares no existen. Nacen con quien los habita.
Gracias, Concha.
Pocos PROFESORES quedan ya. Yo llevo ya casi dos años intentando encontrar la manera de ponerme en contacto con el que me hizo amar la literatura a mí. Se jubiló el último año que estuve yo en el colegio, y ahora cada vez que acabo de escribir algo -sobretodo si es para poner el mundo a parir- me acuerdo de él y de la ilusión que le hacía leer mis textos. Así que los guardo todos por si algún día lo encuentro por la calle o algo poder enseñárselos jajaaja
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Obviamente te estarás preguntando quién es la chalada esta que aparece de la nada para contarte su vida, pero es lo que tiene "ese algo que me impulsa siempre a decir lo que pienso" que me hace pensar las cosas dos segundos después de hacerlas, dejándome como una auténtica psicópata =D
PD: te dejo una pequeña pista http://inmigranteenselene.blogspot.com/2010/08/dificultades-suprasubnormales.html#comments
PPD: esta vez me paso por aquí un poco más decentemente
Tu preofesora de latín y griego que me recuerda a la que yo tuve :) y que también tuvo sus malos momentos cuando me daba a mi clase...
ResponderEliminarMe gusta lo que has escrito ! te enseñó bien^^