Es curioso cómo la vida es tan completamente cíclica. Hubo un momento en el que salir no me apetecía para nada, no le veía ningún sentido. Luego llegó el punto en el que me veía obligado a recuperar todo lo que creía que había perdido y en realidad nunca había tenido. Ahora, sentado en el sillón de una casa vacía y en el silencio sólo roto por el sonido de las teclas del ordenador, en la soledad de la vida independiente y orgullosa de serlo, la nocturnidad de los bares con música más ruidosa que melódica pierde todo el sentido que, irónicamente, recuperan las tardes de cafés y las cervezas reposadas.
En esto pienso mientras miro y recalculo horarios y vidas, mientras pienso qué será lo mejor y cómo podré hacerlo, mientras maldigo al EEES y me acojono de momentos futuros; y me envalentono.
Café, jo quiero café.
ResponderEliminar